Esta semana he tenido que dedicar tiempo para ocuparme de algunas cosas importantes, por lo que no he podido terminar varios proyectos en los que estoy trabajando, estarán listos pronto, quizás para la semana próxima A veces la vida es así, te haces un plan y de pronto ocurre un imprevisto y te tienes que ocupar en ellos posponiendo lo anterior hasta que vuelves a encontrar tiempo para ello. Entre lo que estoy trabajando hay un articulo técnico, varios de divulgación general y algunos cuentos.
Hoy quiero presentarles un cuento que le dedico a mi hija Angélica que ahora se encuentra en Inglaterra. Lo escribí hace ya muchos años y recuerdo que lo hice para competir en un concurso de escritores noveles que llevaba a cabo anualmente un grupo empresarial muy importante por aquellos años en Venezuela, La Fundación Mendoza del Grupo de Empresas Mendoza, de la que formaba parte la compañía de hormigón premezclado en la que yo trabajaba por aquel entonces. Por este cuento no llegue a ganar nada, pero con dos de los otros con los que participe, conseguí por vez primera ganar con algo escrito por mi, así fue como comenzó mi humilde aventura en el interesante camino de las letras, y al que me encanta decir que aun sigo transitando, y con el que sigo soñando en que algún día podría llegar la oportunidad de mi vida como escritor.
Con respecto al cuento que les traigo hoy, como comprenderán estaba un poco desfasado con respecto al lenguaje utilizado, por lo que tuve que reescribirlo y redactarlo un poco, aunque sin variar su estilo simple e ingenuo, y si lo he hecho bien se que tanto al publico joven,- al que estuvo dirigido originalmente-, como al no tan joven ya, les seguirá gustando tanto como lo hizo en su primer momento.
Bueno amigos espero que les guste.
Angélica este cuento es para ti.
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CUESTIÓN DE PRINCIPIOS.
En el interior de una profunda cueva, en uno de los
numerosos Tepuys que abundan por la gran sabana, los animales estaban reunidos
desde hacia ya más de una hora, instantes después de que los correos habían traído las ultimas noticias procedentes de Kavanayen.
Se encontraban los jefes y representantes de cada uno de los
clanes y grupos de animales presentes en aquellos parajes. Estaban formando un
gran foro alrededor de lo que parecía ser el grupo principal, el cual estaba
formado por la astuta águila, dos sabias lechuzas que le servían de consejeras
y un viejo mono capuchino cuya cabeza llena de canas le otorgaba el aspecto de
un viejo sacerdote. Discutían acalorada y nerviosamente todos a la vez, por lo
que el águila llamo a todos al orden y hablo:
- Calma hermanos, el que quiera hablar que pida su turno –
Poco a poco el murmullo fue disminuyendo hasta que se hizo
el silencio y todos se mantuvieron calmos.
- Amigos, la situación como sabemos es desesperada, pues los
mensajeros dicen que llegaron del cielo, grandes luces tan grandes como soles,
que luego de varios días circulando por la zona de Kavanayen, bajaron al suelo
con ruidos atronadores, creando un desorden total. Cuentan que de su interior
salieron unos seres feos, diferentes a los humanos, y que acabaron
destruyéndolo todo y matando a cuantos de nosotros encontraban en su camino. La
selva alrededor de aquellas grandes maquinas parecidas a soles, estaba
destruida casi en su totalidad, totalmente arrasada y ennegrecida, y después de
aquella barbarie, cargaron con cuanta planta y animal había sobrevivido a esa
vorágine de fuego y de destrucción, llevándoselos al interior de aquellas
cosas, y luego con unos ruidos tan grandes como con los que habían llegado, partieron
perdiéndose velozmente por el horizonte, dejando en el paisaje una desolación
total. Esa es la historia, por eso esta reunión, porque creemos que en estos
momentos pueden estar viniendo hacia acá.
En eso un gran sapo, que se amparaba en el refugio de una
oquedad pregunto:
- Y si esos no son humanos, entonces que son y que forma
tienen? –
- Antes de responderte sapo, quiero que sepas que existe una
tregua entre todos nosotros, debido a las presentes circunstancias, y en fiel
recuerdo al juramento y la promesa que hicieron nuestros ancestros guardianes,
así que no te escondas ya que no tienes nada que temer, nadie te va a hacer
daño. –
-Esta bien saldré – dio el gran sapo saliendo con un salto
de la oscuridad donde se hallaba.
Una boa no aprobó con muy buenos ojos lo que acababa de
decir el águila, y miraba maliciosamente al gran sapo, en eso el águila
continuó.
- Me han dicho hermano sapo, que se parecen a ti, verdes,
algo más grandes que los hombres, enormemente fuertes e inmisericordes y con
una mirada que hiela la sangre.
Un venado de gran cornamenta blanca, que se movía
nerviosamente mientras escuchaba atento entre la multitud exclamo:
- Pero águila, porque no dejamos que ellos destruyan al
hombre que tanto nos persigue y acaba con nosotros, mientras permanecemos
escondidos y al margen de ese problema, por lo que se, ellos quieren
dominar la tierra y acabar con todos los
humanos, por qué meternos nosotros.
- El problema, también nos atañe a nosotros ciervo, no
olvides lo que ha ocurrido con nuetros hermanos de Kavanayen, debemos ayudarles
por principios, siguiendo la antigua tradición impuesta por los antiguos
guardianes a lo largo de milenios, ya que hermanos, como dice el refrán
humano es mejor el enemigo conocido que
el enemigo por conocer. Ademas, si los ayudamos, tal vez comprendan lo mal que
nos han tratado y es posible que mejore su relación con nosotros – dijo la
sabia águila.
Un pequeño armadillo cachicamo preguntó:
- Y como los combatiremos ¿-
_ Utilizaremos el arma que esta escondida en este Tepuy, desde
el principio de los tiempos y que nosotros gracias a ese milagro que es la
intuición animal, sabremos utilizar cuando sea preciso – exclamo el águila con
gran autoridad.
En eso varios lagartos rojos que actuaban de centinelas en
una saliente de una roca gritaron al unísono:
- ¡ Las luces, ahí vienen las luces !-
Los
animales que esperaban en la base del gigantesco Tepuy a sus jefes reunidos
arriba, huyeron desordenadamente y a tropel en todas direcciones, tratando de
esconderse en la selva que rodeaba aquel claro donde estaba situado el Tepuy.
Enormes luces se acercaban desde el cielo, eran tantas que semejaban estrellas
en la oscura noche de la gran sabana, e inexorablemente es estaban acercando a
la zona donde estaba el aquella enorme columna de roca donde estaban reunidos.
Inmediatamente
en medio de aquella confusión surgieron las primeras ordenes, un grupo de monos
araguatos dieron la voz de alarma general por toda la selva, mientras tanto los
animales subían a una cámara secreta en la parte más alta de aquella elevada
meseta, allí envuelta en las sombras del tiempo, se hallaba el arma que
salvaría al mundo.
Ante la
nerviosa mirada de los animales, se fue apreciando su forma, una forma perdida
en las brumas de las eras y de las leyendas. Rápidamente se repartieron las
tareas, unos se fueron colocando en el panel de control y disparo, otros en los
paneles de seguimiento y otros en los módulos de control de las defensas, todos
estos artilugios antaño llenos de símbolos y diagramas, hoy borrados por el imparable
paso del tiempo, pero eso no era ningún obstáculo cuando se cuenta con la
maravillosa intuición que tenían aquellos animales.
Un gran
mono pardo activo las defensas y acto seguido, todo el Tepuy se rodeo de una
fuerte luz verdosa. Una gran torreta surgió de la cumbre. Las águilas y los
fieros gavilanes, manejaban las pantallas de blanco y seguimiento. Un jaguar,
activo y mantuvo a punto el mecanismo de disparo. Por fin, cuando todos los
blancos estaban centrados, el águila líder dio la orden tan esperada por todos:
- Ahora
hermanos, derrivenlos a todos, démosles el recibimiento que se merecen –
- Fuego –
De un extremo del arma, de lo que quizás podría ser el cañón apareció un fogonazo
más brillante que mil soles juntos. Como una serpiente de fuego, el rayo dorado
se retorcía de aquí para alla, como si
tuviera vida propia, derribando aquellas naves plateadas naves sin ningún
esfuerzo, una y otra vez, el fogonazo, el dorado rayo y las naves que
explotando se convertían en cenizas que como la lluvia caian a tropel sobre la
atemorizada selva.
A bordo de
una de aquellas naves, de la que era la más grande de todas, la nave insignia
de la flota invasora, el comandante hablaba con varios de los comandantes de su
numeroso ejército.
-
Comandantes, no logro entenderlo, elegimos esta zona por estar apartada de las
áreas habitadas por los humanos, para poder construir nuestras bases de asalto
si llamar la atención hasta estar listo para la invasión, y de repente estamos
siendo atacados por alguna especie de civilización desconocida que comparte la
tierra con los humanos y a la que nuestros espías no han logrado detectar,
alguien podría decirme por el gran Reusus que es lo que esta pasando –
Los
comandantes mirándose entre ellos no acertaban a dar con una respuesta,
aquellos seres que habían conquistado tantos mundos, estaban perdiendo aquella
inesperada batalla.
Una a una caían
las naves enemigas, sucumbiendo al inexorable poder del rayo dorado. En eso el
supremo líder de aquellos verdes y grotescos seres dijo:
- Rápido,
que se de la orden de retirada, hay que irse de aquí, de lo contrario
sucumbiremos todos aquí, para deshonra de nuestros amados lideres y de nuestra
gloriosa raza.-
Poco a poco
fueron alejándose y saliendo de la atmósfera las pocas naves que nos habían
sido destruidas, prometiéndose más nunca volver a intentar la conquista de ese
pequeño planeta verde y azul llamado Tierra,
siendo dejado oculto a las miradas humanas, por la ultima en salir de
aquellas naves, una baliza espacial de advertencia, avisando a todas las
civilizaciones de la galaxia, del gran peligro que encontrarían allí si
decidían invadir aquel solitario planeta, la tercera roca después del sol.
Así fue
como una vez más de manera silenciosa, oculta, sin ninguna campaña que
magnificara tan heroico acto, los animales salvaban a los desagradecidos seres
humanos con la esperanza de que en un futuro cercano sus relaciones con ellos
pudieran ser mejores.
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Mas tarde y
en otro lugar de aquella selva.
- Tomas, tu
también viste anoche aquellas luces tan bonitas, de verdad que va a ser cierto
lo que dicen , que aquí en la gran sabana ocurren cosas raras –
- Si Jaime,
seguro que fue una lluvia de esas de estrellas fugaces que dicen que caen en
Agosto, quien sabe. Shiiiii ¡ Silencio ¡, estoy escuchando algo que se acerca a
donde estamos –
De repente
un venado salió de un salto de unos matorrales, cruzándose justamente enfrente
del escondite de aquellos cazadores. Un movimiento rápido, un certero disparo y
aquel noble animal cayo muerto sobre el suelo delante de ellos.
A lo lejos,
en las alturas, una majestuoso Cóndor real que volaba, contemplo aquella triste
escena y mientras se alejaba, comento para si misma:
- Lastima,
fue un buen intento. -
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Hasta una próxima vez.
Cuídense.
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