sábado, 16 de febrero de 2013

Cambridge Diary 2

Hola amigos.


Como describir mi primera noche en Inglaterra, específicamente en Cambridge.
Pues bien después de casi una hora de entrevista en ingles con el gerente de H.R, en donde sacando lo mejor del poco ingles que domino, muchos momentos embarazosos por decir lo que no debía decir, muchos silencios y sonrisas de mi parte y gracias a la extraordinaria comprensión, buen sentido del humor, amabilidad absoluta  y buen hacer de Mr. H, pude terminar aquello que me tenía atormentado desde hacía varios días y que había impedido el relajarme totalmente durante el vuelo, ya que para mí aquella entrevista  era la más importante a la que me había sometido en mi vida, y les puedo decir que para mis "añitos" he visto muchas de ellas. Como lo hice no lo sé, si lo hice bien o mal tampoco, pero ya está lo había pasado, ya podía tragar salida y tomarme un vaso de agua, hasta ese momento aún lo hubiera intentado no hubiera podido tragarla. Aquella primera experiencia con él nunca la recordare durante el resto de mi vida.  Mr. H, había notado cual era mi debilidad principal pero creo que  pudo ver en mí, las habilidades necesarias que se exigen para llevar a cabo  el trabajo y complacido acepto que conmigo tendría que tener quizás un trato diferente hacia las demás personas con un nivel del idioma mayor. Cuando terminamos me ayudo amablemente con mi equipaje y  me llevo en su propio coche hacia Chesterton Road, típica avenida o calle realmente por lo angosta que es, - ahora que lo pienso las vías en Inglaterra, bueno las que he podido ver hasta ahora, son en su gran mayoría vías estrechas -, donde nos dirigimos hacia uno de los pequeñas casa de hotel o de huéspedes que aquí llaman Guest houses, algo bastante tradicional en Cambridge donde se nutren del público estudiantil como su principal clientela.
Se estaciono enfrente de uno de ellos, el primero de la calle, “The Lantern House”, y volviéndome ayudar con las maletas entramos y nos recibió el propietario donde después de hacer las presentaciones de rigor, y despidiéndome de Mr. H, indicándome que tenia que presentarme a las 9 de la mañana en la empresa, pude por fin subir a mi habitación y por fin tratar de tomarme el merecido descanso después de aquel tan largo día, bueno decía yo.

Estos Guest Houses se corresponden a las típicas casa inglesas, de dos o tres alturas y con estructura de cajón, mal altas que anchas y que una a continuación de la siguiente, ocupan inmensas extensiones de pueblos y ciudades a lo largo y ancho de la geografía inglesa. Estas casa han sido reformadas para satisfacer las exigencias de calidad y confort que se les exige para su puesta en servicio como pequeños hoteles o casa de huéspedes. Son pequeños pero acogedores y muy pero que muy tranquilos, en especial para alguien que viniendo de una de las ciudades de la provincia de Alicante con mayor promedio de ruidos y contaminación sonora, esto era un verdadero paraíso completamente impensable.
Después de recibir las instrucciones pertinentes por parte del encargado y valiosísimo para mi, el código del Wi-Fi del hotel, procedí rápidamente a darle una breve inspección, fue muy breve realmente, la habitación que me dieron no era muy grande, pero estaba limpia, tenía su buen baño y la cama se veía muy cómoda. Una cosa que me di cuenta a partir de ese día es que estos Guest House no tienen restaurante, pero  la gran mayoría de ellos ofrece servicios de desayuno incluidos en el precio. Desafortunadamente a mí me toco uno de los pocos que no ofrecía este servicio.
Aquí anochece pronto, de hecho ya a las seis es de noche y a partir de un poco más tarde ya podemos hablar de noche cerrada. Después de toda aquella carga de tensión y adrenalina, mi estómago por fin recordó que no había comido nada en todo el día y se empezó a quejar con sonoros gruñidos. Un poco temeroso por que no conocía la ciudad, procedí a bajar y caminar un poco por Chesterton Road, donde me di cuenta que salvo una o dos pequeñas tiendas no había mucho de donde poder elegir, y otra cosa que me sorprendió es lo pronto que cierran aquí los comercios, imagino influido por el tiempo.

Entre en un pequeño supermercado atendido por un empleado quizás de origen Indio o Pakistaní, y paseé un poco por sus anaqueles para descubrir al ver los precios que tiene los alimentos,  que al cambio para nosotros todo está muy caro, aquí el costo de la vida es mayor  y por lo tanto las cosas tiene un precio mayor, y después me enteraría Cambridge no es precisamente una de las ciudades más baratas. La realidad me abofetea la cara, cara que ya estaba insensible por el frío que hacía, ya que todo estaba cubierto de nieve.
Al final y con todo el dolor de mi bolsillo tuve que comprar un pan de sándwich, un litro de leche, una botella de agua, un blíster de queso y uno de jamón (muy caro por cierto) y por esas 5 tonterías pague algo más de 9 libras, por lo que hasta hace unas horas en España me habría costado menos de 5 euros. Allí tuve uno de otro de mis primeros enfrentamiento con mi mayor dificultad, el idioma., pero todo se solucionó sin mayor problemas, y me di cuenta también que aquí cuando te dicen el precio lo hacen tan rápido que hasta que no tengas el oído ya adiestrado, realmente ni te enteras, te pueden decir lo que sea que a ti te da igual, como no te enteras te da lo mismo, menos mal que podemos salvar el honor mirando el el total que marca la registradora.
Así con mi valioso cargamento volví a salir a la fría y resbalosa calle, lo sabía pero como nunca lo había visto sin querer se pueden tener un accidente ya  una vez ha nevado y si continua bajando la temperatura esa nieve o en su gran mayoría se convierte en hielo, haciendo difícil caminar sobre las aceras y las calles, y si vale me caí, pero bueno no había nadie, pase la vergüenza solo, me pare y camine despacito como bailando hasta que llegue otra vez al Guest house.

Una vez dentro de mi habitación y con el calorcito agradable de la calefacción, reconfortado por un buen baño de agua tibia y después de haber devorado tres o cuatro de aquellos sándwiches y haberme tomado dos tazas de rico te, eso es algo muy común en estos hoteles, disponer en las habitaciones de una bandeja con algunas galletas o dulces, bolsas con varias clase de té y café instantáneo y una jarra hervidora de agua,  valioso aparato de mil y un usos como después me daría cuenta y no solo útil para preparar el té. Pude entonces conectarme a Internet y poder hablar con mi esposa y familia y darles las merecidas noticias sobre mi llegada a Cambridge, creo que lo podrán imaginar, sobre todo a los que han pasado por situaciones parecidas, fueron unos momentos muy emotivos e intensos. Gracias a Dios y a los que la han creado, por esta herramienta tan importante de comunicación que es Internet y los diversos sistemas de comunicación que podemos emplear para poder hablar a través de este medio con nuestros familiares y amigos.
Esa noche me acosté tarde, tenía muchas cosas que pensar, mañana sería un día muy importante, no lo podía evitar, estaba nervioso, habían pasado muchas cosas importantes ese día, y dicho sea de paso había mucho en juego, pero ya estaba allí, lo importante era eso, ya mañana seria otro día y yo sabía que si me daban la oportunidad podría demostrar muchas cosas, en especial para mí, esto era lo importante, hacer el esfuerzo y trabajar duro para conseguir los resultados esperado, el esfuerzo seria grande pero valdría la pena.

No era un mal sitio el Lantern House, en Chesterton Road, es verdad no tenían desayunos, pero no importa, el sitio era tranquilo, limpio y tenían un muy buen té.
Al final, tarde aquella noche pero el sueño llego y pude al fin dormir, y dormí muy bien.
No, no era un mal sitio el Lantern House.

Afuera comenzaba a caer una pertinaz nevada sobre Chesterton Road, cubriéndolo todo con un frío y pálido manto. 
La ciudad dormida parecía protegerse del frío arropándose entre sueños con una mullida colcha blanca.
Afuera en el pasillo, un solitario reloj dejaba flotar sobre la noche el rumor de tres tranquilas campanadas.






Hasta la próxima entrada.
Cuidense

sábado, 9 de febrero de 2013

Cambridge Diary (1)



Hola amigos.

Durante un tiempo voy a estar un poco apartado de los temas a los que normalmente les he dedicado mis mejores esfuerzos dentro de este blog. La razón es muy sencilla; por unos meses y debido a motivos laborales, he decidido empacar las maletas como muchas otras personas antes que yo, vivimos en una España en la que actualmente las oportunidades escasean, en especial para los que aunque con buenas experiencias profesionales, comenzamos a entrar dentro de un rango de edad difícil en las que un sistema laboral en estos momentos injusto, quizás consecuencia o causa de esta gran crisis económica y social en las que se encuentra el país,  considera contra toda razón,  que cuando después de años de capacitación, experiencia  y formación profesional a lo largo de toda una vida, te encuentras en tu mejor momento, en el punto ideal para desempeñar cargos o empleos de responsabilidad pudiendo aportar excelentes experiencias y habilidades adquiridas a través de muchos años de dedicación y esfuerzo,  las que resultarían muy útiles y atractivas para cualquier empresa, en especial en estos momentos difíciles; determinan de pronto que al igual que millones de otros profesionales en muchísimas áreas en España, por diferentes motivos ya no eres útil o te ven como una posible carga  y te despiden, engrosando las filas de lo que parece haberse convertido en un estigma social tan duro como la pobreza, o el hambre; te conviertes en un parado, un desempleado, un estorbo, un mantenido que tiene que sobrevivir de las ayudas y limosnas de un gobierno,  en el que automáticamente, y aunque digan lo contrario, te cierran todas las oportunidades serias de volver a colocarte y te vuelves carne para los buitres que abusan con la desesperación y la tragedia ajena.  Es por esa situación, en la que como muchos otros me encuentro ya desde hace varios años y a completo disgusto, cansado ya de enviar cientos de curriculum sin recibir ninguna respuesta, de asistir a entrevistas de empleo estériles, de hacer cursos que no te llevan realmente a ninguna parte y de ser engañado por abusadores con falsas ofertas de empleo, que por necesidad, desesperación y a veces hasta por casualidad he decidido a probar suerte en otro país, siendo en mi caso, en el Reino Unido.
Como quizás muchas  personas antes que yo, me he venido con poco. Dos maletas, poca ropa, escaso dinero y grandes y muchas esperanzas. Como decimos al otro lado del charco, me he venido con solo dos maletas cargadas de sueños.
Confieso que esto quizás mucha gente lo hace y sale adelante sin mayores problemas que los típicos que se puede encontrar cualquier emigrante cuando las cosas en su país de origen se le ponen difíciles y opta por la decisión más desesperada, irse y probar suerte en otro lado.  Con el paso del tiempo y con los esfuerzos propios de cada uno, se consigue salir adelante, conseguir un trabajo, ahorrar, enviar dinero a casa para aquellos que dejo atrás y que más lo necesitan, y en el mejor de los casos, y últimamente en la gran mayoría, - casi todos ellos gente joven muy bien preparada-, consiguen un empleo o empleos estables y consiguen quedarse a vivir en esa nueva patria y echar raíces allí.
En mi caso lo hice como muchos otros por dura y pura necesidad, si de un trabajo y de la esperanza de poder obtener un ingreso, aunque fuera temporal, con el que poder palear un poco la crisis en la que me veo sumergido y en la que te ves perder a cada momento la calidad de vida a la que te habías acostumbrado a disfrutar y considerabas sin caer en excesos que era lo normal. Que así era la vida.
Bueno, les cuento, conseguí una buena oportunidad de realizar un trabajo aunque temporal, con una empresa internacional que se dedica al sector de traducción y localización. Aunque no puedo revelar detalles sobre mi trabajo, me ofrecieron una oportunidad para trabajar en este sector, - para mi desconocido-, y tras varios correos y email, en menos de los que canta un gallo, me vine para Inglaterra, contrato incluido, y no lo niego con muchas ilusiones y esperanzas, pero también con muchas incertidumbres y mucho miedo, A veces pienso que la mayor parte del peso de mis maletas, se debe no a la ropa que me he traído, en su mayoría la poca ropa de invierno que alguna vez se me ocurrió comprar, sino a la gran carga de ansiedad y temor por lo desconocido que se coló en ellas.
Confieso que para mí fue un poco duro, ya que me toco tomar la decisión casi de un día para otro. Los que me conocen, sabrán que cuando sopeso los riesgos y acepto un reto de estas magnitudes, siempre me gusta a llevarlo cabo y por regla general, si las condiciones y el destino lo permite, poder culminarlo con éxito, recogiendo la recompensa que aunque escasa, justificara ante propios y extraños, épocas duras y tiempos de muchos sacrificios. 
Específicamente, por motivos laborales me viene a Cambridge, Inglaterra. Llegue un lunes 21 de Enero del 2013. Era mi primera vez que viajaba solo tan lejos y sin el gran empuje que otorga la juventud. Bueno como les comentaba, me toco hacer el viaje en condiciones un poco duras. Empezando me toco venirme al aeropuerto de alicante desde Benidorm, en autobús, ya que el día de mi partida nadie pudo traerme. Ese día toco una dura y emotiva despedida con la persona con la que he compartido la mitad de la vida, y les puedo decir que ahora entiendo lo que significa despedirse del ser amado y familia sabiendo que por un tiempo no podrás volver a verlos, de verdad amigos que es muy duro.
Bueno después de una hora de viaje, llegue al aeropuerto y pase por el estresante control de salida, que en mi caso confieso que tuve suerte y todo salió bien, ni siquiera tuve que quitarme los zapatos ni el ordenador de la maleta al pasar por el escáner. Mientras transcurrió el tiempo para abordar mi avión, me pasaron por la cabeza todo tipo de pensamientos, y juro que hasta en un momento casi hasta se me ocurre echar al traste todo y abandonar en el último momento, pero bueno ya saben que si estoy escribiendo es porque nada de esto al final ocurrió. El vuelo hay que decirlo salió casi puntual, haciendo apelativo a aquello de la conocida puntualidad británica. Fue un viaje tranquilo sin ningún contratiempo, salvo un pequeño error con otro pasajero por el  asiento de la ventanilla, nada que un “Sorry Sr”. No pudiera solucionar.
Tras casi dos horas y media de viaje, aterrizamos en el aeropuerto de Stansted, en las afueras de Londres. Lo poco que pude ver desde mi posición aparte de unas cuantas nubes, era la sensación de estar aterrizando en un lugar, muy plano y muy parcelado, con lo que pensaba que deberían ser terrenos anegados, quizás dedicados a la siembra de algún cultivo como se hace quizás con el arroz, decía yo en mi ignorancia. Resulta que aterrizamos en un aeropuerto completamente nevado, y lo que yo pensaba que eran terrenos anegados realmente era los campos cubiertos de la blanca nieve. Contrario a lo que pensaba el aterrizaje y maniobras de entrada a pista y desembarco fue muy rápido y cuando menos lo esperaba, el resto de los pasajero se desabrocho los cinturones, se paró y comenzó a buscar sus equipajes de mano. Valga decir que una vez que te montas en el avión para empezar el viaje y aunque sabes que sigues en el aeropuerto de Alicante, dentro del avión es como si ya hubieras roto los lazos con la madre patria y de alguna forma ya estuvieras en territorio Ingles. Imagino que algunos pocos españoles viajarían como yo, pero realmente la gran mayoría de los que viajaban allí eran británicos que regresaban a su hogar, luego de unos días de vacaciones en España, por tierras Alicantinas. Realmente empezando por el personal de abordo, y luego el resto de los pasajero, todo el mundo hablaba en Ingles, salvo los pocos avisos que se repetían en varios idiomas, uno de ellos el español. El tiempo de aquellos cafés y refrigerios que te ofrecían en los vuelos, hace tiempo ya que ha pasado al olvido, -cuestión de ahorros por parte de las aerolíneas-, reflejo de la crisis, y tuve que utilizar mi primera libra para pagar una modesta lata de refresco de cola. Pero bueno regresemos al momento del aterrizaje. Abandonamos el avión y la primera sensación que me a bordo de esta nueva tierra, fue una bocanada de aire invernal que nos envolvió cuando al salir del avión atravesamos el túnel para llegar a la zona de aduanas. Cada aeropuerto tiene sus curiosidades, y aquí es que te bajas y llegas a una zona, eso si siguiendo a todo los pasajeros que estimas salieron de tu avión, y abordas una especie de tren o metro que te lleva al área de aduanas. Allí por fortuna reconocí a una chica que hablaba español y había estado en el mismo vuelo que yo, y pudo darme algunas valiosas indicaciones sin las cuales me hubiera perdido un poco, porque tengo que confesar que este viaje lo hago con dos importantes hándicaps, uno son mi escaso nivel del dominio del idioma inglés, y otro es la edad, verán con 52 años las cosas se ven de manera un poco diferente. Del primero de ellos estaba consiente, pero supuestamente para la tarea que debía de realizar no representaría ningún problema, realmente había conseguido el empleo no por mi nivel de inglés, sino por otras experiencias adquiridas y algunas habilidades curiosas, entre la que destacaba como la más importante, mis conocimientos del castellano o español hablado en Latinoamérica, para algo me tenía que servir haber nacido y vivido casi toda mi vida en un hermoso país de Sudamérica ¡Hurra!.
Una vez pasada la aduana con un inspector que me hablo en un buen castellano al ver mi pasaporte. Volví a hablar con aquella chica, que según me contó regresaba a su trabajo y a su vida con su novio inglés, y me dio las últimas indicaciones valiosas, ya que tenía que dirigirme  en la misma área del aeropuerto hacia la estación del tren para tomar uno para llegar a mi destino final: la ciudad de Cambridge. Me despedí del que sería el primero de mis salvadores en momentos difíciles con el idioma, a los que he querido llamar cariñosamente “pequeños ángeles” y que me han ido ayudando en algún momento tenso aquí en Inglaterra; y cargando reconozco con algún esfuerzo mis maletas, me dirigí hacia la oficina de venta de tickets. Luego de hacer mi cola, de manera ordenada, como todo el mundo aquí, le dirigí mis primeras palabras en inglés al vendedor: “Good morning sr., A single ticket to Cambridge, please”, con lo que apareció el referido papelito a través abertura de la taquilla  y menos mal que lo pude ver el costo en el display de la taquilla, porque rápidamente y en perfecto acento británico que de buenas a primera no pude entender me dijo “twelve pounds and forty seven pennys, Sr”, a lo que para no liarme por los tamaños de las monedas inglesas, preferí pagarle con un billete de 20 libras, me dio el cambio y me indico el andén y el número de tren que tenía que abordar. Allí le debí caer simpático a un señor mayor al que le pregunte por el tren con rumbo a Cambridge, me indico que él también se dirigía allí y conversamos algo, reconozco que muy poco le pude comentar yo en mi limitado inglés, pero me indico que era un profesor jubilado que regresaba a su casa procedente de Londres, y que conocía algo de España, específicamente Torrevieja donde viajaba de vez en cuando para visitar a unos familiares que vivían allí. El interior del tren es un poco diferente al de los trenes españoles y reconozco me fue un poco lioso tratar de acomodar las dos maletas. Pero bueno una vez conseguí acomodar mi equipaje, me senté y el tren arranco, serian dos paradas antes de llegar a Cambridge me indico el amigo que aunque me dijo su nombre, lamento no poder recordarlo. 


Una vez comenzó a andar el tren y partió, y comenzaron a desfilar los paisajes nevados de imagino la típica campiña inglesa, pude tener contacto  con lo que realmente significa la palabra invierno y con la realidad física de la palabra nieve, que antes de aquella primera vez siempre había sido algo visto en películas, fotos o en leído en libros. No se cómo definir aquella primera impresión, de la que tengo mi primera foto, no sé, quizás una blancura total que lo recubre todo, un frió manto blanco con que algún dios para mi desconocido lo recubre todo por estas tierras en esta estación previa a la primavera. En fin todo cubierto por una generosa capa de nieve hasta donde se pierde la vista, como si todo formara parte de alguna película navideña solo que con el añadido de un frió diferente al que había sentido nunca en la vida, realmente yo que nunca había visto la nieve, me pareció todo muy bonito, todo de auténtica postal. Luego de pasar y parar brevemente en dos ciudades o pueblos, realmente nunca lo supe, luego de casi 35 minutos llegue al que será mi destino y lugar de trabajo durante algunos meses, la hermosa, típica y universitaria ciudad de Cambridge. Bajamos del tren, yo con mi incomoda carga de equipaje  al que me costaba desplazar por el suelo nevado y helado. Con un cordial apretón de manos me despedí de aquel amable anciano y salí de la estación,  y aborde uno de los taxi que aguardaban haciendo fila en las afueras indicándole la dirección de mi nuevo sitio de trabajo, al que llegue luego de aproximadamente unos 10 o 15 minutos  me dejo en la puerta de un bonito y moderno edificio de oficinas, donde luego de pagar 7.50 libras, agarre las maletas y me dirigí hacia la entrada principal, hacia mi primera entrevista en ingles con el gerente de recursos humanos de la empresa, todo un reto para mí, un lunes 21 de enero de año 2013, y casi a las cinco de la tarde, recordé entonces que no había comido nada en todo el día, ni siquiera había desayunado por aquello de los nervios, y con un refresco de cola como único alimento en todo mi periplo.
Atravesé la puerta del vestíbulo principal y me dirigí hacia el mostrador de recepción. Así de esa forma comenzaba allí para mí una nueva, desconocida y gran aventura a nivel laboral, personal y vivencial. Más que aventura toda una breve aunque intensa experiencia que ya les iré narrando en la medida que pueda a través de mi blog.

Bueno amigos, se le quiere y se les extraña.
Hasta la próxima entrada.
Cuídense.


*Puse algunas fotos pero por motivos que desconozco no pueden verse, tratare de arreglar el problema para que aparezcan en las próximas entradas.*