Como describir mi primera noche en Inglaterra,
específicamente en Cambridge.
Pues bien después de casi
una hora de entrevista en ingles con el gerente de H.R, en donde sacando lo
mejor del poco ingles que domino, muchos momentos embarazosos por decir lo que
no debía decir, muchos silencios y sonrisas de mi parte y gracias a la extraordinaria
comprensión, buen sentido del humor, amabilidad absoluta y buen hacer de Mr. H, pude terminar aquello
que me tenía atormentado desde hacía varios días y que había impedido el
relajarme totalmente durante el vuelo, ya que para mí aquella entrevista era la más importante a la que me había
sometido en mi vida, y les puedo decir que para mis "añitos" he visto muchas de
ellas. Como lo hice no lo sé, si lo hice bien o mal tampoco, pero ya está lo
había pasado, ya podía tragar salida y tomarme un vaso de agua, hasta ese
momento aún lo hubiera intentado no hubiera podido tragarla. Aquella primera
experiencia con él nunca la recordare durante el resto de mi vida. Mr. H, había notado cual era mi debilidad
principal pero creo que pudo ver en mí,
las habilidades necesarias que se exigen para llevar a cabo el trabajo y complacido acepto que conmigo
tendría que tener quizás un trato diferente hacia las demás personas con un
nivel del idioma mayor. Cuando terminamos me ayudo amablemente con mi equipaje
y me llevo en su propio coche hacia
Chesterton Road, típica avenida o calle realmente por lo angosta que es, -
ahora que lo pienso las vías en Inglaterra, bueno las que he podido ver hasta
ahora, son en su gran mayoría vías estrechas -, donde nos dirigimos hacia uno
de los pequeñas casa de hotel o de huéspedes que aquí llaman Guest houses, algo
bastante tradicional en Cambridge donde se nutren del público estudiantil como
su principal clientela.
Se estaciono enfrente de
uno de ellos, el primero de la calle, “The Lantern House”, y volviéndome ayudar
con las maletas entramos y nos recibió el propietario donde después de hacer
las presentaciones de rigor, y despidiéndome de Mr. H, indicándome que tenia
que presentarme a las 9 de la mañana en la empresa, pude por fin subir a mi
habitación y por fin tratar de tomarme el merecido descanso después de aquel
tan largo día, bueno decía yo.
Estos Guest Houses se corresponden
a las típicas casa inglesas, de dos o tres alturas y con estructura de cajón,
mal altas que anchas y que una a continuación de la siguiente, ocupan inmensas
extensiones de pueblos y ciudades a lo largo y ancho de la geografía inglesa. Estas
casa han sido reformadas para satisfacer las exigencias de calidad y confort
que se les exige para su puesta en servicio como pequeños hoteles o casa de
huéspedes. Son pequeños pero acogedores y muy pero que muy tranquilos, en
especial para alguien que viniendo de una de las ciudades de la provincia de
Alicante con mayor promedio de ruidos y contaminación sonora, esto era un
verdadero paraíso completamente impensable.
Después de recibir las
instrucciones pertinentes por parte del encargado y valiosísimo para mi, el
código del Wi-Fi del hotel, procedí rápidamente a darle una breve inspección,
fue muy breve realmente, la habitación que me dieron no era muy grande, pero
estaba limpia, tenía su buen baño y la cama se veía muy cómoda. Una cosa que me
di cuenta a partir de ese día es que estos Guest House no tienen restaurante,
pero la gran mayoría de ellos ofrece
servicios de desayuno incluidos en el precio. Desafortunadamente a mí me toco
uno de los pocos que no ofrecía este servicio.
Aquí anochece pronto, de
hecho ya a las seis es de noche y a partir de un poco más tarde ya podemos
hablar de noche cerrada. Después de toda aquella carga de tensión y adrenalina,
mi estómago por fin recordó que no había comido nada en todo el día y se empezó
a quejar con sonoros gruñidos. Un poco temeroso por que no conocía la ciudad, procedí
a bajar y caminar un poco por Chesterton Road, donde me di cuenta que salvo una
o dos pequeñas tiendas no había mucho de donde poder elegir, y otra cosa que me
sorprendió es lo pronto que cierran aquí los comercios, imagino influido por el
tiempo.
Entre en un pequeño
supermercado atendido por un empleado quizás de origen Indio o Pakistaní, y
paseé un
poco por sus anaqueles para descubrir al ver los precios que tiene los
alimentos, que al cambio para nosotros
todo está muy caro, aquí el costo de la vida es mayor y por lo tanto las cosas tiene un precio
mayor, y después me enteraría Cambridge no es precisamente una de las ciudades
más baratas. La realidad me abofetea la cara, cara que ya estaba insensible por
el frío que hacía, ya que todo estaba cubierto de nieve.
Al final y con todo el
dolor de mi bolsillo tuve que comprar un pan de sándwich, un litro de leche,
una botella de agua, un blíster de queso y uno de jamón (muy caro por cierto) y
por esas 5 tonterías pague algo más de 9 libras, por lo que hasta hace unas
horas en España me habría costado menos de 5 euros. Allí tuve uno de otro de
mis primeros enfrentamiento con mi mayor dificultad, el idioma., pero todo se
solucionó sin mayor problemas, y me di cuenta también que aquí cuando te dicen
el precio lo hacen tan rápido que hasta que no tengas el oído ya adiestrado,
realmente ni te enteras, te pueden decir lo que sea que a ti te da igual, como
no te enteras te da lo mismo, menos mal que podemos salvar el honor mirando el
el total que marca la registradora.
Así con mi valioso
cargamento volví a salir a la fría y resbalosa calle, lo sabía pero como nunca
lo había visto sin querer se pueden tener un accidente ya una vez ha nevado y si continua bajando la
temperatura esa nieve o en su gran mayoría se convierte en hielo, haciendo
difícil caminar sobre las aceras y las calles, y si vale me caí, pero bueno no
había nadie, pase la vergüenza solo, me pare y camine despacito como bailando
hasta que llegue otra vez al Guest house.
Una vez dentro de mi
habitación y con el calorcito agradable de la calefacción, reconfortado por un
buen baño de agua tibia y después de haber devorado tres o cuatro de aquellos sándwiches
y haberme tomado dos tazas de rico te, eso es algo muy común en estos hoteles, disponer
en las habitaciones de una bandeja con algunas galletas o dulces, bolsas con
varias clase de té y café instantáneo y una jarra hervidora de agua, valioso aparato de mil y un usos como después
me daría cuenta y no solo útil para preparar el té. Pude entonces conectarme a Internet y poder hablar con mi esposa y familia y darles las merecidas noticias
sobre mi llegada a Cambridge, creo que lo podrán imaginar, sobre todo a los que
han pasado por situaciones parecidas, fueron unos momentos muy emotivos e
intensos. Gracias a Dios y a los que la han creado, por esta herramienta tan
importante de comunicación que es Internet y los diversos sistemas de
comunicación que podemos emplear para poder hablar a través de este medio con nuestros
familiares y amigos.
Esa noche me acosté
tarde, tenía muchas cosas que pensar, mañana sería un día muy importante, no lo
podía evitar, estaba nervioso, habían pasado muchas cosas importantes ese día,
y dicho sea de paso había mucho en juego, pero ya estaba allí, lo importante
era eso, ya mañana seria otro día y yo sabía que si me daban la oportunidad
podría demostrar muchas cosas, en especial para mí, esto era lo importante,
hacer el esfuerzo y trabajar duro para conseguir los resultados esperado, el
esfuerzo seria grande pero valdría la pena.
No era un mal sitio el
Lantern House, en Chesterton Road, es verdad no tenían desayunos, pero no
importa, el sitio era tranquilo, limpio y tenían un muy buen té.
Al final, tarde aquella
noche pero el sueño llego y pude al fin dormir, y dormí muy bien.
No, no era un mal sitio
el Lantern House.
Afuera comenzaba a caer
una pertinaz nevada sobre Chesterton Road, cubriéndolo todo con un frío y pálido
manto.
La ciudad dormida parecía protegerse del frío arropándose entre sueños con una mullida colcha blanca.
Afuera en el pasillo, un solitario reloj dejaba flotar sobre la noche el rumor de tres tranquilas campanadas.
Hasta la próxima entrada.
Cuidense