Hola amigos.
Durante un tiempo
voy a estar un poco apartado de los temas a los que normalmente les he dedicado
mis mejores esfuerzos dentro de este blog. La razón es muy sencilla; por unos
meses y debido a motivos laborales, he decidido empacar las maletas como muchas
otras personas antes que yo, vivimos en una España en la que actualmente las
oportunidades escasean, en especial para los que aunque con buenas experiencias
profesionales, comenzamos a entrar dentro de un rango de edad difícil en las que
un sistema laboral en estos momentos injusto, quizás consecuencia o causa de
esta gran crisis económica y social en las que se encuentra el país, considera contra toda razón, que cuando después de años de capacitación,
experiencia y formación profesional a lo
largo de toda una vida, te encuentras en tu mejor momento, en el punto ideal
para desempeñar cargos o empleos de responsabilidad pudiendo aportar excelentes
experiencias y habilidades adquiridas a través de muchos años de dedicación y
esfuerzo, las que resultarían muy útiles
y atractivas para cualquier empresa, en especial en estos momentos difíciles;
determinan de pronto que al igual que millones de otros profesionales en
muchísimas áreas en España, por diferentes motivos ya no eres útil o te ven
como una posible carga y te despiden,
engrosando las filas de lo que parece haberse convertido en un estigma social
tan duro como la pobreza, o el hambre; te conviertes en un parado, un
desempleado, un estorbo, un mantenido que tiene que sobrevivir de las ayudas y
limosnas de un gobierno, en el que
automáticamente, y aunque digan lo contrario, te cierran todas las
oportunidades serias de volver a colocarte y te vuelves carne para los buitres
que abusan con la desesperación y la tragedia ajena. Es por esa situación, en la que como muchos
otros me encuentro ya desde hace varios años y a completo disgusto, cansado ya
de enviar cientos de curriculum sin recibir ninguna respuesta, de asistir a
entrevistas de empleo estériles, de hacer cursos que no te llevan realmente a
ninguna parte y de ser engañado por abusadores con falsas ofertas de empleo, que
por necesidad, desesperación y a veces hasta por casualidad he decidido a
probar suerte en otro país, siendo en mi caso, en el Reino Unido.
Como quizás
muchas personas antes que yo, me he
venido con poco. Dos maletas, poca ropa, escaso dinero y grandes y muchas esperanzas.
Como decimos al otro lado del charco, me he venido con solo dos maletas
cargadas de sueños.
Confieso que esto
quizás mucha gente lo hace y sale adelante sin mayores problemas que los
típicos que se puede encontrar cualquier emigrante cuando las cosas en su país
de origen se le ponen difíciles y opta por la decisión más desesperada, irse y
probar suerte en otro lado. Con el paso
del tiempo y con los esfuerzos propios de cada uno, se consigue salir adelante,
conseguir un trabajo, ahorrar, enviar dinero a casa para aquellos que dejo
atrás y que más lo necesitan, y en el mejor de los casos, y últimamente en la
gran mayoría, - casi todos ellos gente joven muy bien preparada-, consiguen un
empleo o empleos estables y consiguen quedarse a vivir en esa nueva patria y
echar raíces allí.
En mi caso lo
hice como muchos otros por dura y pura necesidad, si de un trabajo y de la
esperanza de poder obtener un ingreso, aunque fuera temporal, con el que poder
palear un poco la crisis en la que me veo sumergido y en la que te ves perder a
cada momento la calidad de vida a la que te habías acostumbrado a disfrutar y
considerabas sin caer en excesos que era lo normal. Que así era la vida.
Bueno, les
cuento, conseguí una buena oportunidad de realizar un trabajo aunque temporal,
con una empresa internacional que se dedica al sector de traducción y
localización. Aunque no puedo revelar detalles sobre mi trabajo, me ofrecieron
una oportunidad para trabajar en este sector, - para mi desconocido-, y tras
varios correos y email, en menos de los que canta un gallo, me vine para
Inglaterra, contrato incluido, y no lo niego con muchas ilusiones y esperanzas,
pero también con muchas incertidumbres y mucho miedo, A veces pienso que la
mayor parte del peso de mis maletas, se debe no a la ropa que me he traído, en
su mayoría la poca ropa de invierno que alguna vez se me ocurrió comprar, sino
a la gran carga de ansiedad y temor por lo desconocido que se coló en ellas.
Confieso que para
mí fue un poco duro, ya que me toco tomar la decisión casi de un día para otro.
Los que me conocen, sabrán que cuando sopeso los riesgos y acepto un reto de
estas magnitudes, siempre me gusta a llevarlo cabo y por regla general, si las
condiciones y el destino lo permite, poder culminarlo con éxito, recogiendo la
recompensa que aunque escasa, justificara ante propios y extraños, épocas duras
y tiempos de muchos sacrificios.
Específicamente,
por motivos laborales me viene a Cambridge, Inglaterra. Llegue un lunes 21 de
Enero del 2013. Era mi primera vez que viajaba solo tan lejos y sin el gran
empuje que otorga la juventud. Bueno como les comentaba, me toco hacer el viaje
en condiciones un poco duras. Empezando me toco venirme al aeropuerto de
alicante desde Benidorm, en autobús, ya que el día de mi partida nadie pudo
traerme. Ese día toco una dura y emotiva despedida con la persona con la que he
compartido la mitad de la vida, y les puedo decir que ahora entiendo lo que
significa despedirse del ser amado y familia sabiendo que por un tiempo no podrás volver a verlos, de verdad amigos que es muy duro.
Bueno después de
una hora de viaje, llegue al aeropuerto y pase por el estresante control de
salida, que en mi caso confieso que tuve suerte y todo salió bien, ni siquiera
tuve que quitarme los zapatos ni el ordenador de la maleta al pasar por el
escáner. Mientras transcurrió el tiempo para abordar mi avión, me pasaron por
la cabeza todo tipo de pensamientos, y juro que hasta en un momento casi hasta
se me ocurre echar al traste todo y abandonar en el último momento, pero bueno
ya saben que si estoy escribiendo es porque nada de esto al final ocurrió. El
vuelo hay que decirlo salió casi puntual, haciendo apelativo a aquello de la
conocida puntualidad británica. Fue un viaje tranquilo sin ningún contratiempo,
salvo un pequeño error con otro pasajero por el
asiento de la ventanilla, nada que un “Sorry Sr”. No pudiera solucionar.
Tras casi dos
horas y media de viaje, aterrizamos en el aeropuerto de Stansted, en las afueras
de Londres. Lo poco que pude ver desde mi posición aparte de unas cuantas
nubes, era la sensación de estar aterrizando en un lugar, muy plano y muy
parcelado, con lo que pensaba que deberían ser terrenos anegados, quizás
dedicados a la siembra de algún cultivo como se hace quizás con el arroz, decía
yo en mi ignorancia. Resulta que aterrizamos en un aeropuerto completamente
nevado, y lo que yo pensaba que eran terrenos anegados realmente era los campos
cubiertos de la blanca nieve. Contrario a lo que pensaba el aterrizaje y
maniobras de entrada a pista y desembarco fue muy rápido y cuando menos lo
esperaba, el resto de los pasajero se desabrocho los cinturones, se paró y
comenzó a buscar sus equipajes de mano. Valga decir que una vez que te montas
en el avión para empezar el viaje y aunque sabes que sigues en el aeropuerto de
Alicante, dentro del avión es como si ya hubieras roto los lazos con la madre
patria y de alguna forma ya estuvieras en territorio Ingles. Imagino que
algunos pocos españoles viajarían como yo, pero realmente la gran mayoría de
los que viajaban allí eran británicos que regresaban a su hogar, luego de unos
días de vacaciones en España, por tierras Alicantinas. Realmente empezando por
el personal de abordo, y luego el resto de los pasajero, todo el mundo hablaba
en Ingles, salvo los pocos avisos que se repetían en varios idiomas, uno de
ellos el español. El tiempo de aquellos cafés y refrigerios que te ofrecían en
los vuelos, hace tiempo ya que ha pasado al olvido, -cuestión de ahorros por
parte de las aerolíneas-, reflejo de la crisis, y tuve que utilizar mi primera
libra para pagar una modesta lata de refresco de cola. Pero bueno regresemos al
momento del aterrizaje. Abandonamos el avión y la primera sensación que me a
bordo de esta nueva tierra, fue una bocanada de aire invernal que nos envolvió
cuando al salir del avión atravesamos el túnel para llegar a la zona de
aduanas. Cada aeropuerto tiene sus curiosidades, y aquí es que te bajas y
llegas a una zona, eso si siguiendo a todo los pasajeros que estimas salieron
de tu avión, y abordas una especie de tren o metro que te lleva al área de
aduanas. Allí por fortuna reconocí a una chica que hablaba español y había
estado en el mismo vuelo que yo, y pudo darme algunas valiosas indicaciones sin
las cuales me hubiera perdido un poco, porque tengo que confesar que este viaje
lo hago con dos importantes hándicaps, uno son mi escaso nivel del dominio del
idioma inglés, y otro es la edad, verán con 52 años las cosas se ven de manera
un poco diferente. Del primero de ellos estaba consiente, pero supuestamente
para la tarea que debía de realizar no representaría ningún problema, realmente
había conseguido el empleo no por mi nivel de inglés, sino por otras
experiencias adquiridas y algunas habilidades curiosas, entre la que destacaba
como la más importante, mis conocimientos del castellano o español hablado en
Latinoamérica, para algo me tenía que servir haber nacido y vivido casi toda mi
vida en un hermoso país de Sudamérica ¡Hurra!.
Una vez pasada la
aduana con un inspector que me hablo en un buen castellano al ver mi pasaporte.
Volví a hablar con aquella chica, que según me contó regresaba a su trabajo y a
su vida con su novio inglés, y me dio las últimas indicaciones valiosas, ya que
tenía que dirigirme en la misma área del
aeropuerto hacia la estación del tren para tomar uno para llegar a mi destino
final: la ciudad de Cambridge. Me despedí del que sería el primero de mis
salvadores en momentos difíciles con el idioma, a los que he querido llamar cariñosamente
“pequeños ángeles” y que me han ido ayudando en algún momento tenso aquí en
Inglaterra; y cargando reconozco con algún esfuerzo mis maletas, me dirigí
hacia la oficina de venta de tickets. Luego de hacer mi cola, de manera
ordenada, como todo el mundo aquí, le dirigí mis primeras palabras en inglés al
vendedor: “Good morning sr., A single ticket to Cambridge, please”, con lo que
apareció el referido papelito a través abertura de la taquilla y menos mal que lo pude ver el costo en el
display de la taquilla, porque rápidamente y en perfecto acento británico que
de buenas a primera no pude entender me dijo “twelve pounds and forty seven
pennys, Sr”, a lo que para no liarme por los tamaños de las monedas inglesas,
preferí pagarle con un billete de 20 libras, me dio el cambio y me indico el
andén y el número de tren que tenía que abordar. Allí le debí caer simpático a
un señor mayor al que le pregunte por el tren con rumbo a Cambridge, me indico
que él también se dirigía allí y conversamos algo, reconozco que muy poco le
pude comentar yo en mi limitado inglés, pero me indico que era un profesor
jubilado que regresaba a su casa procedente de Londres, y que conocía algo de
España, específicamente Torrevieja donde viajaba de vez en cuando para visitar
a unos familiares que vivían allí. El interior del tren es un poco diferente al
de los trenes españoles y reconozco me fue un poco lioso tratar de acomodar las
dos maletas. Pero bueno una vez conseguí acomodar mi equipaje, me senté y el
tren arranco, serian dos paradas antes de llegar a Cambridge me indico el amigo
que aunque me dijo su nombre, lamento no poder recordarlo.
Una vez comenzó a andar el tren y partió, y comenzaron a desfilar los paisajes nevados de imagino la típica campiña inglesa, pude tener contacto con lo que realmente significa la palabra invierno y con la realidad física de la palabra nieve, que antes de aquella primera vez siempre había sido algo visto en películas, fotos o en leído en libros. No se cómo definir aquella primera impresión, de la que tengo mi primera foto, no sé, quizás una blancura total que lo recubre todo, un frió manto blanco con que algún dios para mi desconocido lo recubre todo por estas tierras en esta estación previa a la primavera. En fin todo cubierto por una generosa capa de nieve hasta donde se pierde la vista, como si todo formara parte de alguna película navideña solo que con el añadido de un frió diferente al que había sentido nunca en la vida, realmente yo que nunca había visto la nieve, me pareció todo muy bonito, todo de auténtica postal. Luego de pasar y parar brevemente en dos ciudades o pueblos, realmente nunca lo supe, luego de casi 35 minutos llegue al que será mi destino y lugar de trabajo durante algunos meses, la hermosa, típica y universitaria ciudad de Cambridge. Bajamos del tren, yo con mi incomoda carga de equipaje al que me costaba desplazar por el suelo nevado y helado. Con un cordial apretón de manos me despedí de aquel amable anciano y salí de la estación, y aborde uno de los taxi que aguardaban haciendo fila en las afueras indicándole la dirección de mi nuevo sitio de trabajo, al que llegue luego de aproximadamente unos 10 o 15 minutos me dejo en la puerta de un bonito y moderno edificio de oficinas, donde luego de pagar 7.50 libras, agarre las maletas y me dirigí hacia la entrada principal, hacia mi primera entrevista en ingles con el gerente de recursos humanos de la empresa, todo un reto para mí, un lunes 21 de enero de año 2013, y casi a las cinco de la tarde, recordé entonces que no había comido nada en todo el día, ni siquiera había desayunado por aquello de los nervios, y con un refresco de cola como único alimento en todo mi periplo.
Una vez comenzó a andar el tren y partió, y comenzaron a desfilar los paisajes nevados de imagino la típica campiña inglesa, pude tener contacto con lo que realmente significa la palabra invierno y con la realidad física de la palabra nieve, que antes de aquella primera vez siempre había sido algo visto en películas, fotos o en leído en libros. No se cómo definir aquella primera impresión, de la que tengo mi primera foto, no sé, quizás una blancura total que lo recubre todo, un frió manto blanco con que algún dios para mi desconocido lo recubre todo por estas tierras en esta estación previa a la primavera. En fin todo cubierto por una generosa capa de nieve hasta donde se pierde la vista, como si todo formara parte de alguna película navideña solo que con el añadido de un frió diferente al que había sentido nunca en la vida, realmente yo que nunca había visto la nieve, me pareció todo muy bonito, todo de auténtica postal. Luego de pasar y parar brevemente en dos ciudades o pueblos, realmente nunca lo supe, luego de casi 35 minutos llegue al que será mi destino y lugar de trabajo durante algunos meses, la hermosa, típica y universitaria ciudad de Cambridge. Bajamos del tren, yo con mi incomoda carga de equipaje al que me costaba desplazar por el suelo nevado y helado. Con un cordial apretón de manos me despedí de aquel amable anciano y salí de la estación, y aborde uno de los taxi que aguardaban haciendo fila en las afueras indicándole la dirección de mi nuevo sitio de trabajo, al que llegue luego de aproximadamente unos 10 o 15 minutos me dejo en la puerta de un bonito y moderno edificio de oficinas, donde luego de pagar 7.50 libras, agarre las maletas y me dirigí hacia la entrada principal, hacia mi primera entrevista en ingles con el gerente de recursos humanos de la empresa, todo un reto para mí, un lunes 21 de enero de año 2013, y casi a las cinco de la tarde, recordé entonces que no había comido nada en todo el día, ni siquiera había desayunado por aquello de los nervios, y con un refresco de cola como único alimento en todo mi periplo.
Atravesé la
puerta del vestíbulo principal y me dirigí hacia el mostrador de recepción. Así de esa forma comenzaba allí para mí una nueva,
desconocida y gran aventura a nivel laboral, personal y vivencial. Más que
aventura toda una breve aunque intensa experiencia que ya les iré narrando en
la medida que pueda a través de mi blog.
Bueno amigos, se
le quiere y se les extraña.
Hasta la próxima
entrada.
Cuídense.
*Puse algunas fotos pero por motivos que desconozco no pueden verse, tratare de arreglar el problema para que aparezcan en las próximas entradas.*
*Puse algunas fotos pero por motivos que desconozco no pueden verse, tratare de arreglar el problema para que aparezcan en las próximas entradas.*
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