jueves, 29 de noviembre de 2012

Poesía, poesicas y nada más.


Hola amigos.
A veces  también no solamente provoca leer o escribir alguna narración, larga o corta, novela, ensayo, en fin gusto y colores ustedes eligen. De vez en cuando me provoca leer no solo para nutrir a la mente,saciar la curiosidad, o sumergirme en una buena historia que me proporcione un buen rato de esparcimiento, a veces y como imagino que le gustara hacer a mucha gente, me gusta leer también algo que sirva para nutrir el alma, para darle sosiego a un corazón anhelante, palabras que satisfagan quizás algún deseo reprimido, o  que sencillamente nos alegren la esperanza y nos sacudan apartándonos de una callada tristeza; entonces recurro a la poesía. Si me gusta leer de vez en cuando algo de poesía  considero que aunque haya muchas personas que digan que no les gusta o que son insensibles a ella, a todos en algún momento de nuestra vida nos gusta leer algo de poesía  y transponer nuestras ansias y sentimientos a otras esferas más sublimes, aunque solo sea por unos momentos.
Pues bien confieso que si, leo poesía aunque muy poca para mi gusto, y realmente no tengo algún autor o poeta que destaque por sobre los pocos que he leído  pero puedo afirmar que me gusta un poco de todo, pero en especial me gusta la poesía que con sus palabras te pueda evocar algún profundo sentimiento, que te lleve por unos segundos a algún desconocido pasaje de tu alma, y si es buena te haga escarpar alguna solitaria lagrima de emoción.
En fin como he dicho antes me gusta escribir y porque no, a veces cuando me inspira alguna solitaria musa que despreocupadamente pasa cerca de mi, sin saberlo me inspira algún poemilla o poesica, y la escribo en el papel. La poesía que escribo es poesía muy simple, muy básica o rustica pero bueno, ya lo dije antes soy una persona normal que de vez en cuando se inspira y escribe algo que me gusta llamar poesía.
Hay muchos sentimientos que pueden evocar o inspirar la poesía  pueden ser buenos o malos sentimientos, personalmente me gusta pensar que no hay sentimientos malos y considero quizás que algunos de los que más inspiran, y de los que han nacido los mejores poemas pueden ser los más básicos  aquellos de los que esta hecha el alma humana como pueden ser: la tristeza, la alegría  el desconsuelo, el dolor, la perdida, el agradecimiento, la esperanza, el deseo, la soledad, y muchísimos más, pero de entre todos ellos yo destaco al amor, si el amor es el sentimiento más potente a la hora de evocar y crear una buena poesía  ¿ Podríamos vivir sin amor?, no creo somos humanos, por lo tanto para mi ese es uno de los más importante, el amor, el sentimiento que lo inspira todo, que le da sentido a muchas cosas en la vida, el amor es lo que nos nutre y nos hace felices, no hay nadie que sea inmune al amor, y al final hasta la expresión más dura se suaviza con algunas sencillas palabras de amor, en fin a nadie amarga un dulce, todos necesitamos en algún momento amar a alguien o saber que somos amados, o como dice la canción: 
                        " Can anybody find me somebody to love,
                           each morning i get up i die a little,
                           can barely stand on my feet,
                           take a look in the mirror and cry,
                           lord what you're doing to me,
                           i have spent all my years in believing you,
                           but i just can't get no relief, lord!,
                          somebody, somebody,
                          can anybody find me somebody to love?".
Me gustaría hacerles llegar algunas poesía muy sencillas que he escrito, inspirado por ese gran sentimiento como lo puede ser el amor y alguno que otro delicado gris y sombrío que sin quererlo de vez en cuando busque cobijo en el alma.
ÁRBOL
Como el verde árbol que crece frondoso,
Esperando hambriento al nuevo día,
En el que un nuevo amanecer le traiga al sol para que con su luz y calor lo alimente,
Allí anclado a un único sitio,
Del que nunca podrá alejarse.
 Así estoy yo como ese árbol,
Esperando con el amanecer a tu llegada,
Y así como a él el sol,
A mi tu amor es lo que me alimenta,
Y el calor de tu mirada y el sabor de tu sonrisa es el abono que me nutre,
Y así anclado a ti estoy,
Como el árbol que crece frondoso en un delicado jardín,
Allí anclado a un único sitio,
Del que nunca querrá alejarse.

 UN RIO.

Sin saberlo,
Todos somos navegantes,
Que día a  día, navegamos por un río,
Que aunque no lo podamos ver siempre esta allí,
 A ratos manso y caudaloso,
Inexplorado e infinito siempre.
 Así es la vida, como ese río,
En el que cada día navegamos,
A merced del fluir del tiempo,
Dejándonos llevar de una orilla  a la otra, desde que nacemos y hasta nuestro ultimo día,
Allí en el que en alguna  desconocida  y serena orilla,
Descansaremos y desapareceremos hasta formar parte de él,
De ese río,
De la propia vida.
Porque al final eso somos,
Sin saberlo,
Como el agua que lo forma,
Somos Río,
Somos vida.
Eso somos.
 Y allí navegando en tus aguas estoy yo,
Sin prisa,
Sin pausa,
Sumergido en ti,
Tu, mi río.

SUSURROS AL VIENTO

Amor.
no has notado a veces,
que mientras duermes,
suspiras,
y al suspirar me abrazas tiernamente,
apretándote contra mi,
mientras tus mejillas se encarnan con un leve matiz  rosa,
y tus labios esbozan con una sonrisa,
dormida tu amor por mi.

Pues no hay ningún misterio,
y su explicación es sencilla,
no es más que un sutil efecto de  fuerza,
potente,
de aquello que lo mueve todo,
como es,
el amor.

Sucede que ha veces mientras viajo,
mientras voy conduciendo,
entretenido, contento,
mientras el viento,
fiel compañero de mis largos viajes,
a través de las ventanas abiertas,
entra en el coche,
revolviendo desordenadamente los papeles que tengo allí,
como un travieso niño,
que decido con su complicidad,
hablarle de ti.

Es así entonces,
que amparado en la soledad que me proporciona,
esa hora del día en la que el calor asoma,
y el sol con sus tibios y calientes rayos,
lo ilumina todo haciendo luz sin sombra,
que me permito desviarme de mis caminos e internarme,
por aquellas sendas escondidas,
bonitas y a aquellas horas,
muy tranquilas y solitarias,
para internarme con mi coche,
en algún pasaje rural,
esos de olivo y almendro,
y allí junto al mas amarillo enjambre de trigo,
que mecido por el viento,
cual geométrico y embravecido mar de enhiestas lanzas de color de miel,
que paro el coche y salgo,
y me tiendo de espaldas,
llenándome los ojos de ese extraordinario,
y maravilloso cielo azul que todo lo envuelve,
que lleno mis pulmones y llamo al viento,
y cuando viene a mi como fiel amigo,
le grito tu nombre y que te quiero con todas mis fuerzas,
hasta quedar agotado y entonces,
y solo entonces,
me levanto,
y vuelvo a ocuparme de mis viajes de trabajo,
sabiendo que dejo todo en buenas manos,
en manos de mi amigo,
el incansable viento.

Es así que cuando llego a casa y mientras estas dormida,
abro la ventana de nuestra habitación,
Y espero así, con los ojos cerrados,
a oscuras,
acostado contigo en la habitación, a que suceda.

Y es así amor mió,
como el viento,
el suave y poderoso viento,
regresa,
cuando estamos dormidos,
y después de dar su particular y desordenada vuelta a nuestro atribulado mundo,
que entra y pasa a través de las cortinas,
y rodeando la habitación,
llega a ti, separando tus  cabellos,
Y susurrándote al oído,
aquello que yo grite para que te lo llevara por mi,
un enorme y sonoro :
¡Te quiero!

Y así sin saber por que,
Suspirando,
me abrazas tiernamente,
apretándote contra mi,
mientras tus mejillas se encarnan con un leve matiz  rosa,
y tus labios esbozan con una sonrisa,
dormida tu amor por mi.
¡Te quiero!
                                                  ---------------------------
Tengo algunas más pero como lo he dicho antes no soy poeta y me gustaría saber que les parece esta pequeña muestra, y saber que si es de su agrado poco a poco iré publicando más poesicas, porque así es como a mi me gusta llamar a lo que escribo que para otros podría ser poesía.
Hasta una próxima vez.
Cuídense.
"contenido tomado de la entrada publicada en mi blog: simplementecuentos.wordpress.com"

lunes, 26 de noviembre de 2012

Manifiesto de buenas intenciones.

Hola amigos.

Muchas veces me he preguntado porque he querido escribir en un blog. Muchas respuestas vienen a mi mente dependiendo del momento, pero la que más me complace es la que pienso que es mi principal razón: sencillamente porque me gusta  escribir, porque me gusta comunicar y hacer llegar la información, pienso yo que la información es un bien intangible que debe ser compartido, por eso lo hago porque me gusta compartir la información que he sintetizado y pienso que puede llegar a serle útil a alguien, no busco un premio por ello, sencillamente si alguien pasa un buen rato leyendo lo que escribo, pues muy bien ya he sido pagado, y si le gusta pues tanto mejor, más satisfecho me quedo. Se que hay mucha gente que escribe en blogs y escribe como si llevara una especie de diario personal, no tengo nada en contra de ellos pero ese no es mi estilo, si quisiera hacer eso preferiría comprarme libretillas de a un euro en los chinos y tendría cajones llenos de ellas, pero no lo hago porque no es lo que me gusta ademes de  porque seria algo personal y no necesito hacerlo del conocimiento publico. Considero que podría abordar un blog así, creo que lo que estoy escribiendo lo demuestra, podría poner todos los días una pequeña tontería sin importancia y algún pensamiento, pero no me gusta, prefiero por el contrario pensar que los posibles lectores al otro lado de la Web, son personas curiosas e inteligentes  que valoran que uno se halla documentado bien a la hora de crear un articulo o entrada, ademas de apreciar el tiempo invertido de síntesis  cocina mental de las ideas y su transmisión plasmándolas en el blog, eso es lo que a mi me gusta, documentarme, investigar alguna cosa por pequeña que sea, sintetizarla la idea y transmitirla de manera sencilla y amena, eso es lo que me gusta, ademas de valorar muy positivamente este medio como una oportunidad  para transmitir además, alguno que otro humilde conocimiento técnico acumulado a lo largo de mi experiencia profesional, así como también publicar periódicamente algún cuento o narración corta de mi propia cosecha, con la esperanza que sea del gusto de las personas que me leen, y esto a veces no es fácil ya que requiere de dedicación, esfuerzo y de tiempo, a veces mucho tiempo, y eso a veces desafortunadamente es un bien del que no disponemos totalmente y que hay que administrar muy bien.
Y porque no, como una gran parte de los blogueros, también nos pasa la idea por la cabeza de utilizar el blog y lo que escribimos para poder ganar algún dinero. Personalmente en ese sentido nunca ha sido la idea principal ni la motivación que me ha llevado a escribir en el blog, pero por que no, probé hacerlo en este blog y en el otro que escribo también en Blogspot de nombre Surfbloguer.blogspot.com, pero no he tenido mucha suerte, ya que aproveche como hacen muchos de aceptar publicar publicar alguna que otra publicidad aprovechando crear una cuenta de addsence, pero nada no ha habido suerte, en las dos ocasiones y cuando ya había a acumular alguna calderilla, el administrador del sitio o sea Google ha estimado conveniente anular mis cuentas e inhabilitarlas, imagino por muy buenas razones según sus planteamientos e intereses de empresa, y sus supercalculados algoritmos y estadísticas  y lo que más rabia me da es con un derecho a repicla pirrico y sin posibilidad real de solución favorable a mi persona y mis intereses. Soy una persona adulta y me considero honrado, muy responsable y con conocimiento de muchos temas informáticos  por lo que en ningún momento ha estado en mis planes tratar de engañar a este gigante de la industria, -es imposible pretender hacerlo-,  nunca ha sido mi idea ni la sera, sencillamente porque yo no pienso así, me gusta ganarme el dinero de manera legal y bien currada, pero también entiendo que pueden existir errores de ambos lados y casualidades, ademas de existir factores que uno no puede controlar, y que si yo me he equivocado en algún momento o incurrido de manera consciente en alguna mala practica y me lo demuestran ademas de rectificar, tomaría mis previsiones para que eso no volviera a suceder, pero bueno eso ya no sera, ya que otra vez mis cuentas se hayan inhabilitadas para poder obtener alguna ganancia por motivos de publicación de publicidad en ellas, imagino que al final me habrá pasado como a muchos otros blogueros, no hay más nada que hacer, somos como un simple ratón frente al león  ademas como lo dije al principio, escribo en el blog por varios motivos personales y no son precisamente los económicos los que me han llevado a ello. Pero bueno como dicen soñar no cuesta nada y tenia que probar, pero bueno ya se que si me voy a hacer millonario algún día no sera por esta vía.
Bueno para terminar y no aburrirlos con estos comentarios, que para mi son muy importantes, ya que tenia que dejar mi opinión, les puedo comentar que si bien no he publicado más cuentos es porque estoy trabajando actualmente con varios de ellos. Hay unas 4 o 5 ideas que voy desarrollando, pero no les miento me esta costando un poco ya que soy bastante exigente y considero que aunque voy por buen camino, hay que seguir trabajando en ellos. También estoy terminando algunas cosillas sobre videojuegos, música y algo sencillo de corte científico sobre curiosidades y divulgación general, ademas de un articulo técnico que tengo bastante avanzado, ah y casi lo olvidaba, también quería probar con algo de tipo culinario, ya saben alguna receta y algo que tenga que ver con el interesante mundo de la gastronomía. Prometo que pronto encontraran más cosillas interesantes en mi blog.
Muchas gracias por su tiempo y por la aceptación que le han dado a mi trabajo en este blog.

Hasta la próxima entrada.
Cuídense.

domingo, 11 de noviembre de 2012

Vienen (Gran Final)


Hola amigos.

Siempre me han gustado las segundas oportunidades, pienso que en la vida, si las sabemos buscar siempre podremos encontrar segundas, terceras y las oportunidades que hagan falta, siempre que hayan ganas de enmendar errores y de hacer las cosas bien. No somos perfectos y yo nunca he pretendido serlo. Ustedes dirán que le pasa hoy a Pedro, por que viene esto a colación. Muy sencillo, y si, lo se, hoy es domingo y es día de cuentos, y precisamente de eso tratan estas lineas, haber me explico: resulta que publique en este blog anteriormente un cuento en forma de dos entregas de nombre ·"Vienen" y aunque estoy bien contento con el, ya que para mi fue una propuesta bastante arriesgada, no me sentía del todo satisfecho por mi obra, no es que renegara de un hijo vamos a ver, pero considere que quizás podía haber quedado mejor. Pero bueno la cosa quedo así, hasta que hace unos días converse con una buena amiga que lo había leído, y a la que respeto mucho por sus comentarios, y en especial todos los que tienen que ver con literatura, ya que de eso ella entiende mucho. Bueno el asunto es que le gusto el cuento pero me hizo algunas observaciones y criticas, que no se quedaron solo como un buen consejo, sino que me motivaron para ponerlas en practica (gracias amiga) y entre otras cosas y después de releer el original concienzudamente, reescribirlo un poco añadiéndole algunas cosas con las que creo gana en contenido narrativo y hace más entretenida la narración, y ademas hice algo que no había hecho con un cuento ya terminado, le añadí un final alternativo como otro capitulo y un epilogo y creo que ahora la historia gano en enteros.Eso es lo que me gustaría publicar hoy en el blog, una re-edición de mi cuento "Vienen" publicado de manera completa y no por parte, ya se que es un poco largo pero así se lee mejor.Y como no somos perfectos, y en especial yo, se que habrá quedado algún error que se me haya escapado a las revisiones, se que sabrán perdonarme.
Y ya para finalizar quisiera dedicárselo a mi amiga Aura, ya que sin sus acertados comentarios no hubiera sido posible la re-edición de este cuento.
Espero les guste como ha quedado.


                                                        VIENEN (GRAN FINAL)

Allí estaba, sentado a la mesa con la mujer más bella del mundo.
Así estaba ella, sentada frente a mí simplemente mirándome.
Afuera en la calle, no se oía absolutamente nada, era como si todo estuviera a oscuras, inclusive los sonidos. Así estaba todo, silencioso, apagado, muerto.
El único ruido que se oía, era el que producía el televisor del comedor de mi casa, donde estábamos ahora.
Ella  permanecía sentada, mirándome fijamente con aquellos grandes y claros ojos, con aquella profunda y subyugante mirada que te paralizaba, esa mirada que estaba a medio  camino entre el amor y el deseo, en fin me miraba con la profunda y sincera mirada de una mujer enamorada, de bella mujer enamorada. De piel pálida, muy pálida. Por eso lo de su nombre ”La Nívea”, como la crema; se lo había puesto uno de mis hijos el día que la encontramos y le permitimos entrar a nuestra casa, no lo sabíamos pero estábamos cometiendo el peor error de nuestra vida.
En cualquier otro caso la escena podría haber pasado para el que no lo supiera, por cualquiera escena de seducción entre una pareja de enamorados, pero nada más falso. Yo estaba empapado en sudor, quería levantarme de allí y salir de aquella habitación pero no quería hacerlo, no podía dejar de mirarla. Estaba atado allí de alguna extraña manera que no comprendía, simplemente mirándola. Pude ver extrañado lo que al principio pensaba que era alguna ilusión óptica, pero no, no lo era, sonreía. Si, nunca lo había hecho, pero si ahora estaba sonriendo. Su bella boca dibujaba una sonrisa sencilla y misteriosa, como la de la Mona Lisa. Quería correr, salir de allí pero no podía, el tiempo, mi tiempo estaba como detenido.  Me di cuenta  que a cada instante su sonrisa se hacia más y más grande, ahora abarcaba casi toda la cara, no recordaba que tuviera la boca tan grande.
Estaba asustado, ahora podía comprender tantas cosas, ahora sabia, pero por alguna razón no podía levantarme de la mesa donde ella estaba sentada frente a mí.  La mujer más bella que jamás ojos humanos pudieran llegar a ver, allí simplemente, sentada frente a mi. Ella “La Nivea”, con su sucio y raído vestido, siempre como lleno de moho y yeso, que por ninguna razón aceptaba cambiarse, por más que se bañara y le dieras otras ropas, prefería siempre volver a vestir con ese sucio harapo, pero que a ella por el contrario, le quedaba como una segunda piel, destacando sus majestuosas y rotundas curvas, las que  encendían mis más oscuros y calientes deseos, cada vez que  la  tenia enfrente de mi.
Pero hoy no es así, algo no anda bien, ahora lo se y por eso tengo miedo.
Allí esta ella, sentada en la mesa frente a mi, delante de un plato vació, y con un cubierto en cada mano sencillamente mirándome y sonriendo. Esa sonrisa, Dios la sonrisa literalmente le llega ya de oreja a oreja, y no, no es un truco, ahora lo se.
Quiero gritar, salir corriendo, huir de allí, pedir ayuda, pero se que no valdría de nada, allá fuera no queda nadie que pueda venir a ayudarme.
Estoy solo y  asustado, pero no puedo dejar de mirarla. Poco a poco su pálida y bella figura comienza a desaparecer, transformándose poco a poco en algo grotesco, macabro. Convirtiéndose en lo que realmente es.
Así espero, empapado en sudor y paralizado por el horror, sentado frente a ella, sin quitarme la vista de encima. Me mira y me sonríe, mostrándome de una manera difusa el precioso blanco nacarado de sus perfectos y hermosos dientes.
Pero algo no va bien, hay muchos dientes, demasiados dientes. Demasiado grandes. Demasiado enormes. Como si todos fueran blancos cuchillos pálidos y hermosos colmillos.
Ahora lo se todo, tarde lo he comprendido, pero ya no puedo hacer nada, es demasiado tarde. Se me ha acabado el tiempo.
Le retiro la vista esperando el momento, mi último momento, desviando la mirada para no ver ese instante, simplemente contemplo ese plato vacío que yace frente de ella, blanco, circular, inmaculado.
Ahora entiendo, el plato, por que esta allí ese plato vació. Es para mí.
Allí esta ella.
Ha venido a por mí.
Soy su alimento.

                                                             ------ o -----


29 de marzo del 2010.
La Gran Ciudad.
España.
                                                                       I


Pues bien, como todo final tiene un comienzo, debo decir que esta historia, mi historia comenzó hará ya un mes.
Fue una fría noche de Febrero, a esas horas de la madrugada en la que todo esta tranquilo y envuelto en silencios, cuando todos duermen pesada y abrigadamente confiados en la paz de sus sueños.
El primero que se percato de su presencia fue Lucas, nuestro perro.
Hacia ya varias noches que casi siempre a la misma hora de la madrugada ladraba desde donde lo poníamos a dormir en la cocina.
Aquel ladrido por el que me levante para ver lo que lo ponía tan alerta, era diferente a los demás ladridos de alerta que había emitido antes. Pues bien. Más que un ladrido de alarma parecía un ladrido de miedo, de suplica, de espanto.
Una vez me levante y caminando a tropezones en aquella oscuridad ya que no quise encender la luz para no molestar a los demás, llegue a la habitación donde asustado ladraba el perro. Abrí la puerta y el Collie, salió corriendo veloz hacia la puerta principal, gruñendo y husmeando la puerta.
De repente se oyó un débil ruido, breve, fugaz como de un arañar o frotar de algo sobre una pared.
El perro al oír ese sonido, se retiro de la puerta acurrucándose en una esquina, con los pelos del lomo levantados y gruñendo de manera sorda, sin retirar la mirada de la puerta.
Un poco impresionado con esto, tome mano de un bastón de la abuela que siempre ponía al lado de la puerta y mire a través de la mirilla al pasillo exterior, pero no pude ver nada, el pasillo estaba a oscuras como es natural por lo que no pude apreciar nada.
No se oía ruido alguno por lo que procedí a quitar el cerrojo y abrir la puerta.
El perro aparentemente ya estaba más tranquilo, se acerco a mi meneándome la cola como agradeciéndome que le hiciera compañía. Aproveche que lo tenía a mi lado y abrí la puerta.
Encendí la luz del pasillo en el interruptor que tenía al lado de la puerta de entrada, sacando de las penumbras aquellas oscuras y silenciosas escaleras.
Afuera no había nada, el perro salio olisqueando de  aquí para allá, pero al no encontrar nada se dio la vuelta y salio. Había mostrado un fugaz interés por una zona de la pared de las escaleras donde se apreciaba como un leve cambio de color, como si se hubiera tapado y resanado con yeso la misma después de reparar  algo en la pared.
Me acerque pero aparte del cambio de color y de cierta frescura en el yeso de la pared, así como cierto olor a humedad a viejo, no pude apreciar nada extraño, bueno entre en mi casa otra vez, quizás había sido un ratón o un gato y por eso la alarma del perro, bueno no me extrañaría, el edificio es viejo y la puerta principal siempre esta abierta.
Lo que fuera ya se ha ido, apague la luz del pasillo, cerré la puerta y pase el cerrojo y me fui a mi habitación donde mi esposa dormía sin haberse percatado de nada, a ver  si podía volver a descansar un poco.
Quizás había sido solo eso, un solitario ratón buscando comida.
No lo sabia entonces, pero que equivocado estaba.

                                                                     II

Fue casualmente cuando conversaba con Gerardo, un simpático vecino mayor que vive en la misma escalera pero unos pisos más arriba, que me pregunto si no había sentido o visto algo extraño en la comunidad en días pasados. Me Comento que hacia unos días que no veía a la familia que vivía en el ático sobre su apartamento. La ultima vez que converso con Jorge y María, al parecer le habían dicho que tenían a una mujer pasando unos días con ellos en casa, no lo había entendido bien pero al parecer si no estaba equivocado, la habían encontrado husmeando por las escaleras una noche en que Jorge bajaba a botar la basura, parecía una indigente y por lastima según parece la habían hecho entrar en su casa para darle de comer y para que pudiera pasar la noche en un sitio más calentito, últimamente las noches eran muy frías en el pueblo. Me indico que hacia unas noches le pareció escuchar unos ruidos extraños que al parecer provenían del ático, pero no estaba seguro, el edificio era viejo y en invierno siempre crujían las maderas del tejamen. Por si pudiera ser algo importante, salió de  casa y subió las escaleras hasta llegar  a la puerta de sus vecinos, pero no oyó nada, permaneció parado un buen rato frente a la puerta pero no volvió a escuchar nada, quizás solo había sido eso, los ruidos normales que hace la madera vieja.
No le volvió a dar importancia al asunto porque todos los años los vecinos por estas fechas salían unos días al sur a casa de uno de sus hijos, donde había mejor clima.
Pero lo cierto era que no los habían visto más por el edificio.
Después de despedirnos, me dedique a mis asuntos y cuando subía a casa, seguí unos pisos arriba hasta llegar al ático, me había dado curiosidad la historia, vi la puerta, se veía todo normal, me da vergüenza decirlo pero puse la oreja en la puerta a ver si podía escuchar algo, pero no como esperaba, no se oía nada, quizás fue eso lo que oyó el vecino, los preparativos del viaje que quizás hicieron muy temprano al comenzar la mañana, si eso era todo, voltee y comencé a bajar las escaleras cuando me percate de unas extrañas manchas que había  en unos peldaños más abajo. Que raro, eran como manchas de yeso o escayola, como si se hubiera movido algo por la escalera y hubiera rozándolas paredes arrancando algo del friso a su paso. Toque aquello con los dedos y efectivamente parecía eso, yeso o algo parecido, y que raro, si me fijaba bien, en la pared que había sobre esos escalones, había una especie de mancha, algo tenue pero allí estaba, como si se hubiera reparado algo en la pared y se hubiera tapado con yeso o con algo parecido. La palpe con la mano y al tacto tenia una sensación fría y como de humedad, pero no se veía mojada ni nada por el estilo, quizás solo eso, una sensación.
Bueno, no habiendo más nada que reclamara mi atención, me volví sobre mis pasos y me fui a casa.
Cuando estaba entrando recordé la extraña mancha que había descubierto bajando por las escaleras el otro día, que casualidad, se parecía mucho a la que acababa de ver arriba, raro pero no imposible, el edificio era viejo, y podría haber humedades sobre todo por estas fechas, si eso debía ser.
Entre en mi casa y cerrando mire de reojo al pasillo, por un instante me pareció sentir como si alguien estuviera observándome, pero no, no había nadie, me había puesto algo nervioso, eso había sido todo, nada más.
Cerré la puerta, no había nadie.
De verdad no había más nadie allí?

                                                                III

Una noche algunos días después, durante la cena, la abuela me había dicho que llevaba escuchando unos raros ruido hacia ya algunos días, casi siempre de madrugada, como susurros, como si alguien fuera arrastrando los pies o algo por el pasillo, y me comento que el perro también lo había percibido, ladrando inquieto y siempre hacia la puerta principal, ella me dijo que en varias oportunidades  se había atrevido a echar una ojeada a través de la mirilla pero no había visto nada, quizás solo fueran ratones, quizás por eso ladraba el perro.
Le comente que yo también en noches pasadas lo había escuchado pero que tampoco había visto nada.
Seguimos comiendo y le comente a mi mujer lo que me había comentado Gerardo el vecino sobre los vecinos del ático.
Ella me comento que también tenia tiempo sin verlos, y que casualidad ahora que lo decía tenia días que no había vuelto a ver a Gerardo, era de esos vecinos que siempre parecía estar en todas partes, y tenia tiempo que no se había vuelto a encontrar con el.
 - Ahora que lo dices, yo tampoco, que curioso. Se habrá ido de vacaciones también.-

                                                                IV

Fue al día siguiente cuando la descubrí, bueno más bien la noche.
Cuando regresaba de botar la basura y pasar a Lucas, la descubrí.
Entre en el portal e inmediatamente Lucas empezó a ladrar como loco hacia una esquina oscura, al fondo donde no daba la luz.
Allí acurrucada estaba ella.
Agarre al perro y trate que se calmara y le indique que no tuviera miedo, que se acercara que no le pasaría nada.
Tardo un buen rato, por lo que creí que no me había entendido o que tal vez fuera sorda, pero después de mirar a un lado y otro pareció ganar confianza y parándose comenzó a acercarse a mí.
Lo hacia de manera lenta, a pasos lentos, como si arrastrara los pies.
Al llegar frente a mi, vi que era una mujer, algo sucia y vestida por ropas muy descuidadas y raídas, blanca, su piel era blanquísima, de un blanco que me parecía imposible, su pelo era negro como el azabache y tan oscuro como la noche, tenia un par de hermosos y grandes ojos azules y por sobre todo una hermosa boca que destacaba mejor los rasgos agradables de su cara.
Me fije que era alta, no lo parecía al estar acurrucada, pasaría el metro ochenta largo, quizás.
Aunque estaba sucia y mal vestida, no parecía enferma o mal nutrida, le pregunte que hacia allí, como se llamaba y varias cosas más, pero solo obtenía una mirada por respuesta, muy bella si, turbadora, hipnótica pero nada más, ni una palabra. No creo que llegara a los treinta años.
Por los rasgos podría ser alguna extranjera que quizás había venido en plan hippie de vacaciones quedándose sin dinero, quizás hablaba otro idioma y por eso no me entendía, o por que no quizás tenia algún tipo de problemas y no podía hablar.
Le dije que no podía estar allí que tendría que irse, pero seguía parada allí, no parecía entenderme.
Viendo la hora que era, muy tarde ya, y viendo que no parecía entenderme, sopese la decisión de pedirle que me acompañara y pasara esa fría noche en casa, con nosotros, no es lo normal, pero en estas condiciones sabia que María entendería y lo aprobaría,, y además seria una sola noche.
Le dije que estaba bien, que me acompañara, que me siguiera, que podía pasar la noche en  casa, como no parecía entenderme, por señas le indique que me siguiera, y después de varios intentos procedí a  tomarla por uno de aquellos blancos y níveos brazos y hacerle señas para que me siguiera. El contacto con su piel fue algo raro, no podría definirlo, fue como si a través de ese toque se hubiera metido en mi mente, contándome cosas, se sintió muy agradable, volví a tocarla, parecía gustarle, me llego a la mente entre otras cosas que podía tener hambre.
Le pregunte si quería comer, si tenía hambre.
Eso al parecer si lo comprendió, y  sobándose el estomago con una de aquellas delicadas y hermosas manos, me hizo saber que si con suaves movimientos de arriba debajo de su cabeza y luciendo una bella y turbadora mirada, me fije en sus grandes labios, por los que corrían a ambos lados unas pequeñas líneas de saliva, posiblemente tenia tiempo que no comía algo decente y de manera correcta.
El perro aunque calmado seguía un tanto receloso por lo que decidí  que subiera solo escaleras arriba.
Toque el telefonillo y le indique a María que subía con una invitada, que le explicaría arriba, y le indique a la desconocida que me acompañara, cosa que esta vez entendió a la primera, y comenzó a subir a paso lento cada uno de los escalones. Fue así como me fije que tenia la espalda como sucia de algo blanco, tierra o algo parecido, si como si fuera yeso, eso parecía, tenia la espalda como si se hubiera restregado en yeso, que en ciertos lugares parecía estar aun algo fresco, quizás se había acostado en alguna escombrera o algo por el estilo, no le dije nada, quizás podría ofenderla si le preguntaba algo.
Seguimos subiendo en silencio y de vez en cuando volteaba a mirarme reflejando una profunda gratitud en sus azules ojos claros.
Si hubiera revisado el sitio donde la había encontrado acurrucada, me habría dado cuenta la existencia de aquella mancha en la pared, difusa, grande, como de yeso fresco.

                                                                  V

María cuando me vio llegar con aquella mujer reacciono como lo imaginaba, y no fue después de explicárselo bien y decirle que seria por solo aquella noche que acepto. Acordamos que dormiría en el pequeño cuarto trastero que existía al lado de la cocina por lo que no molestaría a nadie.
Mis hijos se quedaron algo extrañados al verla, asombrados por la absoluta blancura de su piel, nunca habían visto a nadie tan pálida, parecía me dijo el mayor como si su piel fuera de crema Nivea, me hizo gracia el comentario, como la crema Nivea, así de blanca era.
Mientras yo me dedicaba a acostar a los muchachos,- mañana tenían que levantarse temprano, ya que saldrían de viaje para pasar unos días en casa de mi hermana, en la gran ciudad -; vi que entre María y la Abuela se la ingeniaron muy bien para hacerla entender que debía tomar un baño, cosa que hizo pero no acepto ponerse una ropa para estar por casa de mi esposa que le dieron, sino que volvió a ponerse la ropa que tenia puesta, no hubo manera de convencerla.
Le sirvieron en la mesa de la cocina y allí demostró que debería llevar mucho tiempo sin poder comer bien. Huevos, dos, cuatro, seis, pan, queso, jamón, mantequilla, leche, no le parecía gustar mucho el agua ya que no la probo. Cuando acabo con todo, parecía seguir teniendo hambre por lo que la abuela le ofreció lo que había quedado del guiso de carne de la mañana. No acepto que lo calentaran y se comió ella sola casi la mitad, bueno lo que quedaba del guiso. Allí desapareció a una velocidad impresionante toda la carne que había en la olla, pero eso si ni una sola patata, además al parecer del agua eso tampoco le gustaba.
Cuando termino y como seguía pareciendo que tenia hambre, por señas indico que quería más, ahora con la cara más repuesta, lo único que quedaba eran algunas frutas, las que no quiso, al perecer no le gustaban los vegetales, y yogures y algunos flanes,  los que si quiso y acabo con todos.
Cuando termino por fin de comer, nos regalo con sus ojos una radiante y serena mirada, y por un instante su boca dibujo el esbozo de lo que podría ser quizás una pequeña sonrisa, pero no era una sonrisa era otra cosa, una mueca, un gesto tal vez, posiblemente su manera de decirnos “gracias”. Apto seguido le indique que me acompañara al cuarto donde dormiría esa noche, mientras mi mujer y la abuela recogían la cocina. Le mostré la cama indicándole que allí podría dormir. Ella la miro, después me miro a mí, me mantuvo la mirada unos instantes y miro la cama otra vez, después me volvió a mirar y se quedo así, como esperando. No entendía que quería decirme pero al rato creí comprenderlo, me estaba preguntando si dormiría yo con ella, por unos instante y mientras mantuvo la mirada clavada en mi, sentí un profundo deseo de estar allí, de acostarme con ella, era como una profunda sensación animal, como una avasalladora ansia que invadía mi ser, pero no, no podía ser, ella estaba confundiendo la generosidad con otra cosa, le indique que no que tenia que dormir sola ella allí.
Me levante, indicándole que cerraría la puerta y la dejaría sola para que pudiera descansar.
Le desee Buenas noches y salí de allí cerrando la habitación.
Note que me temblaban las manos, como si un escalofrió extraño, no sabría definir de que me invadiera todo el cuerpo, tenia la frente cubierta de gruesas perlas de sudor y a mi espalda la camiseta estaba completamente empapada del mismo.
Había algo turbador para mí en aquella mujer.

                                                                VI          

Lucas no esta, no aparece.
No lo sentí cuando lleve a los muchachos a la estación de tren. María me dice que lo escucho como gruñir en la noche pero no estaba segura, lo ha buscado por toda la casa pero no aparece.
Le digo que se tranquilice, quizás cuando salí en la madrugada, se coló por la puerta mientras sacaba las maletas y se fue a la calle, no seria la primera vez, si esta en el pueblo estará por hay en sus cosas, cuando le de hambre veras como regresa.
Es verdad Lucas se había escapado varias veces, pero uno siempre se daba cuenta cuando lo hacia, era como un juego para el, te dabas cuenta de que se escapaba porque siempre  parecía avisar. Esta vez no, pero bueno ya aparecerá.

Fuimos a ver a la mujer, la Nivea, pero sigue durmiendo, aparentemente esta presa de un profundo sueño y lo que observamos es que tiene el vientre bastante hinchado, imagino será que debe tener una indigestión bárbara por todo lo que se comió anoche. Suda profundamente, es algo extraño, es como si sudara talco o algo parecido. La abuela la ha tocado en la frente pero no parece que fuera fiebre, debe ser un problema de digestión, y lo del sudor pudiera ser algo metabólico, quizás esta enferma, tiene algún virus o algo. María se molesta porque esto altera un poco los planes, esperaba se fuera en la mañana, y si se enferma tendremos que tenerla más tiempo en casa. Me siento un poco culpable por que fui yo el de la idea de traerla, pero bueno esperaremos que despierte y este mejor para que se valla.
A la vuelta de la estación pase por la tienda a comprar algunos víveres, ayer la invitada nos dejo las existencias un poco bajas.
No se si será casualidad, pero me ha parecido ver en muchos portales de viviendas, y en muchas paredes, unas curiosas manchas que se asemejan mucho a las que han aparecido en las escaleras de nuestro edificio. Me detuve frente a una en la propiedad al lado nuestro y de verdad es bastante similar, como si se hubiera reparado algo con alguna especie de yeso, y todavía pareciera estar un poco fresco. De hecho ahora que lo pienso en varias calles he visto también, restos blancos de un materia que parece talco, o quizás restos de lo que emplearon para tapar los agujeros.
Carlos el de la tienda, me pregunto si había visto las manchas que desde hace unos días estaban apareciendo por todo el pueblo; le dije que si, y también me comento que había mucha gente que había dejado de venir a la tienda, por ejemplo la señora Rosa que venia todos los días desde hace años a comprar el pan, no había regresado a la tienda hacia ya casi una semana, eso le parecía raro, ya que era una mujer mayor que vivía sola, y se preocupaba le hubiera podido ocurrir algo.
Cuando regresaba a casa, me dio por pasar por la casa de la Señora Rosa. Todo se veía normal, aunque no se escuchaba ruidos en el interior de la vivienda que delataran su presencia allí. Toque la puerta pero no tuve respuesta. Vi que por casualidad también había allí en unas de las paredes de su casa una de aquellas manchas.
Regrese a casa, llamaría por teléfono a la policía y les pediría que le hicieran una visita a ver si tenían mejor suerte.

                                                                                                   
                                                                  VII

Pasaba ya de la hora de comer y Lucas seguía sin aparecer.
La nívea parecía que se encontraba mejor, ya no lucía el abdomen hinchado ni sudaba, pero seguía durmiendo profundamente, por lo que decidimos comer nosotros, así seria mejor.
Mientras comíamos le comente a María y a la abuela, lo de las manchas que estaban apareciendo por todo el pueblo, lo que me había comentado Carlos el de la tienda, y lo de la vista a casa de la Señora Rosa. También le comente que había llamado a la policía para reportarles eso y no me había atendido nadie, por lo que tuve que dejarles el mensaje en el contestador. Le pareció raro a ambas, pero la abuela sugirió no preocuparse, decía que a veces, en Villena de las Cuevas, como en muchos pueblos, por casualidad ocurrían cosas, lo que es natural (todos conocíamos los cuentos que nos contaba la abuela sobre el descamisado de las ruinas de la vieja huerta, de los historias de los niños perdidos de la cuevas, del antiguo circo de los gitanos y de otras historias más). A veces las cosas sucedían todas a la vez y después durante mucho tiempo no volvía a ocurrir nada, así eran las cosas por los pueblos, y sobre todo en  pueblos viejos y con muchas historias, como en aquellos donde vivía mucha gente mayor; quizás la abuela tenia razón, por lo que decidimos no darle más importancia al asunto y seguimos comiendo, por cierto una carne estofada que estaba muy, pero muy buena.
Estuve toda la tarde y parte de la noche paseando por el pueblo y sus alrededores buscando al perro; pero nada, Lucas no daba señales de vida por ninguna parte, eso me tenia preocupado, no me gustaría le hubiera pasado nada al animal, tenia mucho tiempo con nosotros por lo que formaba parte de la familia, y aunque se estaba poniendo viejo todavía estaba muy ágil y era especialmente cariñosa con los niños y la abuela. Después de recorrer todo los lugares por donde acostumbraba a ir, llegando inclusive a echar un vistazo por la Peña de las Cuevas, por si en un descuido pudiera haberse caído en alguna de ellas, pero la búsqueda allí no dio ningún resultado, por lo que decidí volver.
Cunado regresaba lo hice por la calle mayor y aunque era de noche, me sorprendió para lo temprano que era, no cruzarme a nadie por la calle. Todo permanecía tranquilo y solitario, demasiado callado para el trafico de personas que debería haber en aquellas horas por allí. Observe que eran pocos los comercios que estaban abiertos, muy pocos por cierto. Cuando pase enfrente de la Farmacia de Julián, este salió y nos saludamos, hacia tiempo que no nos veíamos y un rato de conversación siempre cae bien. Me comento lo solo que se estaba poniendo el pueblo, lo que le parecía extraño, Julián siempre había sido un poco paranoico, por lo que su comentario no me pareció extraño viniendo de él, pero había algo de razón en lo que decía, yo también comenzaba a tener mis propias ideas al respecto. Me estaba comentando que su vecino, Pepe el la librería junto a su negocio, ayer como todos los días al cerrar ambos sus respectivos negocios, se habían despedido como siempre, y hoy no había abierto la tienda. Quizás tubo algún compromiso le dije, o quizás podía haber caído enfermo, esas cosas pueden ocurrir. Si eso mismo me dijo el, pero lo extraño es que al venir a la Farmacia paso por su casa y todo estaba cerrado, las ventanas, cortinas, todo, su casa estaba silenciosa como si se hubieran ido, le dije que podría ser, alguna salida imprevista, a veces esas cosas pasan, le dije que lo mejor era que no siguiera pensando en ello. Hacia tiempo que no nos veíamos y María y su mujer eran buenas amigas, por lo que sugerí nos reuniéramos, podríamos comer algo, tomarnos una buena botella de vino ya si podríamos conversar y pasar un rato agradable. Pues dicho y hecho, le encanto la idea y me dijo nos invitaba a su casa, que cenaríamos juntos, mañana era domingo por lo que no tendría que abrir. Me pareció buena idea, por lo que acepte, quedamos en vernos a las nueve, nos despedimos quedando en que yo llevaría algo de música, tenia unos nuevos discos que quería que escuchara, y me fui a casa.
Al regresar observe alarmado que aquellas manchas que había observado en otras partes del pueblo, parecían estar ahora por todos lados. Me preguntaba que podrían ser.
Al pasar por casa de Pepe, vi entre las sombras que también había una de aquellas grandes manchas en la pared junto a su puerta.

                                                                   VIII

Al llegar a casa, le comente al María lo de la invitación a cenar en casa de Julián, lo que le pareció estupendo, hacia tiempo que no charlaba con Sara, tenia gana de reírse de sus chistes, ella era muy  graciosa y ocurrente. Se lo comentamos a la abuela y estuvo de acuerdo en que saliéramos, nos haría bien.
Les comente que no había encontrado a Lucas, les comente todos los sitios por donde lo había buscado, pero sin resultado, no había señales de el en ningún lado, eso preocupo un poco a la abuela ya que el animal le hacia siempre compañía y ayudaba a pasar mejor sus ratos de soledad, bueno ya aparecerá nos dijo, ahora termine de arreglarse que se les hace tarde.
Mi única preocupación era dejarla sola con la Nivea, pero esta seguía profundamente dormida, ya no tenia fiebre y comenzaba a tener mejor aspecto. Me molestaba ya que solo tenia que quedarse una noche, pero el plazo tendría que extenderse. María me dijo que no me preocupara, si mañana estaba mejor, hablarían con ella y le pedirían que se marchara. Hablamos con la abuela y nos dijo que ella no tenía problemas de quedarse sola en casa con la Nivea, además nos dijo que mientras estuviera durmiendo no le molestaba y si se despertaba quizás quisiera comer algo, por lo que tendría faena y así no se aburriría, además hoy en la noche pasaban uno de esos programas de cotilleo que tanto le gustaban, así que estaría entretenida.
Pues nada una vez estuvo todo arreglado, cogí alguno de los últimos discos que había comprado, María se llevo también una botella de moscatel para compartir con nuestros anfitriones y nos fuimos.
Durante el corto trayecto nos sentimos los dueños del pueblo, teníamos la calle para nosotros solos, pues no había ni un alma en ella, estaba vacía y solitaria, raro de verdad para la hora que era.


                                                                      IX


Volvimos a casa con las primeras luces del día, no imaginaba que fuera tan tarde, o tan temprano, pero la reunión estuvo estupenda, hacia tiempo que no la pasábamos tan bien y tan divertido, por lo que sin prisas, y algo achispados por la bebida, dejamos que el tiempo fuera pasando alegremente.
Al llegar no se oía nada en casa, por lo que supusimos la abuela y la Nivea estarían durmiendo, por lo que tratando de hacer el mínimo ruido nos fuimos a nuestra habitación a tratar de hacer lo mismo.

                                                                       X

Comenzaba a atardecer cuando nos levantamos. Nos extraño no haber sido interrumpidos en nuestro descanso por la abuela para preguntarnos si queríamos comer, por lo que sin esa interrupción dormimos a pierna suelta.
Después de darnos un baño, salimos de la habitación y nos fuimos a la cocina, teníamos mucha hambre.
Todo estaba en silencio, María me dijo que quizás la abuela habría salido a misa, como todos los domingos, quizás nos aviso pero tal vez como seguíamos durmiendo ni nos enteramos.
Tampoco había comida hecha, eso si nos extraño un poco, la abuela siempre cocinaba abundantemente los domingos, por lo que siempre quedaba bastante para el resto del día.
Después de revisar la nevera, cogimos un poco de todo lo que había en ella y nos hicimos un arroz estupendo, teníamos tanta hambre que acabamos casi con todo lo que habíamos hecho, y cocinamos para cuatro personas.
Una vez ya más repuestos, nos fuimos a ver televisión a la sala. Antes paseamos por la habitación donde dormía la Nivea y abrimos la puerta. La habitación estaba vacía, la cama estaba hecha y todo lo demás estaba en orden. María se fijo que había algunos restos de talco o yeso sobre la colcha, nada importante solo pequeños restos. Imaginamos se despertó, comería algo y quizás la abuela tuvo alguna conversación con ella y la convenciéndola a marcharse. Bueno por lo menos así teníamos un problema menos.
Cuando nos íbamos y al cerrar la puerta observamos con asombro que sobre esa pared había una especie de sombra, al acercarnos vimos que era una de aquellas extrañas manchas. Parecía como si se hubiera tapado o reparado el friso de la misma no hacia mucho, tocamos la mancha y al tacto todavía estaba algo húmeda, por lo que podía decirse que era reciente. Nos miramos sin saber que hacer, confieso que me dio  miedo encontrar una de aquellas manchas dentro de mi casa, y María también estaba consternada, me pidió llamara a la policía y diera el parte por si pudiera haber sido algún boquete hecho para entrar a robar, así lo hice pero otra vez tuve que dejarles el mensaje en la grabadora ya que no contestaron. De todas formas revisamos toda la casa, chequeando las cosas de valor y las joyas y aparentemente no faltaba nada.
Regresamos a la sala y nos pusimos a ver televisión solo después de que revisamos toda la casa y encontramos todo en orden, María me pidió le sirviera un whisky, estaba nerviosa, buena idea, me tomaría uno también, yo también comenzaba a ponerme nervioso. Esperaríamos a la abuela, quizás ella habría visto u oído algo y nos podría dar alguna explicación.
En la televisión estaban pasando una de esas películas de miedo que pasaban los domingos por las noches, decidimos cambiar de canal, hoy los ánimos no estaban muy por la labor, después de cambiar  varias veces los canales, nos decidimos por un programa de variedades un poco pasado de tono,  quizás eso nos animaría un poco y nos haría la espera más relajada.

                                  
                                                                      XI

Dejamos de ver la televisión solo cuando nos comenzaron a doler los ojos, después de terminarse el programa de variedades, vimos otro de animales, y cuando acabo este vimos otro sobre predicciones astrológicas, hasta que ya no pudimos más.
María estaba realmente asustada, eran más de las tres de la mañana y la abuela no había regresado a casa, ni habíamos recibido noticias suyas. María quería que saliéramos a buscarla a esa hora por si pudiera haberle pasado algo en la calle. A esa hora hacia mucho frió en la calle, por lo que nuestra búsqueda se limito a las manzanas más cercanas a la casa, pero no la encontramos ni había señales de ella en ningún lado, todo estaba oscuro, helado y en silencio, comencé a preocuparme, ya con esta temperatura  sin el abrigo adecuado, uno se helaría en poco tiempo, el gélido viento soplaba con fuerza desde las altas peñas, helando los campos y viñedos a su paso en aquella época del año. Decidimos volver a casa y llamar otra vez a la policía para notificar su desaparición, y solicitar se hiciera una búsqueda. Le dije a María que volveríamos a buscarla apenas amaneciera y si era  necesario llegaríamos hasta los poblados cercanos de ser necesario, trate de tranquilizarla, mañana la encontraríamos, ya sabes como es ella, la encontraríamos y estaría bien, y nos contaría una de sus particulares y absurdas historias como escusa, nos reiríamos y nos iríamos a casa, viendo que no podíamos hacer más nada a esas horas, María trato de tranquilizarse y agarrándome de la mano, me pidió que nos fuéramos a casa, - mañana la encontraremos-, me dijo también.

                                                               XII

He de confesar que nuestra búsqueda fue inútil.
Realmente no pudimos dormir, descansamos algo pero más nada. Aria estaba de verdad muy preocupada, nunca la había visto así. Aprovechamos las primeras luces del alba, para salir a buscarla, después de una generosa ración de café negro, salimos a buscarla.
Las primeras luces del día dejaban ver sobre muchos sitios, las señales de que la noche anterior había sido fría, sobre algunos coches, sobre la hierba y algunas plantas, había señales. Allí donde el sol no había llegado aun con sus cálidos rayos, se apreciaban ligeras y tenues manchas de escarcha sobre lo que había quedado expuesto al frio de la noche. La situación era delicada, y sobre todo para una persona mayor, no lo suficientemente abrigada, y no preparada para pasar la noche al raso. No mirábamos silenciosamente y aunque no nos dijimos nada, solo podíamos esperar malas noticias.
Volvimos a recorre las calles de las manzanas próximas sin éxito; decidimos entre calles solitarias aun, ampliar el radio de la búsqueda. Recorrimos cada una de las calles de la periferia hasta llegar a las afueras del pueblo. Seguimos buscando por los alrededores, por las fincas, por los viejos cortijos, fuimos a los viñedos situados a las afueras del pueblo, e inclusive subimos casi hasta la mitad de las peñas, aunque al no encontrar nada decidimos regresar y echar un último vistazo en las cuevas. Nada, no había ni una sola señal, ni una huella que nos indicara de la presencia de la abuela. Ni rastro de ella, ni por esos campos, ni en los alrededores, ni tampoco en el pueblo. Había desaparecido.
Al volver al pueblo, decidimos pasar por la comisaria a reportar su desaparición, ya que nunca contestaban el teléfono. Al rato y algo cansados, llegamos a  una estación de policía con la puerta y las ventanas cerradas, algo de verdad muy extraño. Tocamos varias veces pero no tuvimos respuesta. Siempre la estación estaba abierta, siempre había algún agente de guardia, pero ahora estaba cerrada, y por lo que podía ver, parecía llevar algún tiempo así. María se preocupo más, no sabíamos que hacer. Un nuevo peso ocupo su lugar en el negro saco de mis preocupaciones, un saco que desconocía que cargaba pero que últimamente no hacia sino ponerse más pesado.
Me extraño también encontrar en varias de las paredes de la comisaria, así como en muchas paredes por todo el pueblo, aquellas misteriosas y grandes manchas como de yeso blanco, note también que por sobre las calles había muchos restos de los que parecía polvo blanco ¿Yeso?, que la fuerte brisa de la mañana comenzaba a barrer, haciendo que estos restos junto con los de  hojas y otros desperdicios, comenzaran a cumularse en las esquinas de algunas calles.
Eran casi las diez y también nos dimos cuenta de que casi no había ni un alma por la calle. La calle a esta hora debería tener un tráfico normal de personas y coches, pero salvo uno que otro vecino, o algún coche, no había mayor presencia, aquello era poco frecuente para ser un día laboral. Había algo de todo aquello que n me gustaba para nada. No sabia como explicarlo, pero en el fondo entendía que aquello no era normal, que algo grave estaba pasando en el pueblo, y había que hacer algo.

                                                                   XIII

Decidimos pasar a contarle lo sucedido a Julián. La librería de Pepe seguía cerrada, como estaba la última vez que la vi hace unos días. La mancha en la pared seguía allí, me acerque y la toque, estaba seca, y a decir verdad, parecía perder color conforme pasaba el tiempo, cosa que ya había apreciado con algunas de las primeras manchas que había visto, como si el color original de la pared se fuera recuperando conforme pasaba el tiempo, quizás si eso era así en algunos días no quedaría señal de las manchas; indudablemente estaba ocurriendo algo raro en el pueblo, aquello no podía ser normal.
Entramos a la farmacia, y nos recibió Julián sorprendido, nos comento que habíamos sido sus primeros clientes, de hecho no había visto a más nadie en lo que llevaba de mañana, llegando incluso a pensar, según nos comento, si podría ser un día de fiesta que hubiera olvidado. Le respondimos que no, que hoy no era fiesta, y que también nos extrañaba lo solo que lucia el pueblo.
Nos invito a sentarnos y le contamos lo sucedido. Miro a María con gesto de preocupación sincera y nos pregunto en que podía ayudarnos. Le comentamos que nos habíamos encontrado la comisaria de policía cerrada y nos disponíamos de ir al cuartel de bomberos, a ver si podíamos obtener ayuda allí. Se ofreció a ayudarnos en la búsqueda al cerrar la tienda, hablaría con su mujer y pasarían por casa, esperaba que para ese entonces ya hubiera buenas noticias.
Nos despedimos y salimos de allí.

                                                                    XIV

Subimos por la avenida principal y doblamos a la izquierda en la calle Conde Alfaro, para seguir hasta el final por la amplia cuesta hasta el cuartel de bomberos.
Confieso que me canse al subir, tenia tiempo que no subía esa inclinada cuesta. Nos paramos para tomar algo de aire y reponernos antes de seguir hacia la entrada. Ya más repuestos doblamos la esquina de la edificación para llegar a la entrada, y al hacerlo nos encontramos con que allí también, y misteriosamente todas las entradas estaban cerradas. La entrada de los talleres, la entrada principal, las salidas de emergencia, la salida de los coches, en fin todas las puertas y salidas, ventanas, todo estaba cerrado.
Nos quedamos mirando, jadeando todavía un poco por el esfuerzo al subir, sin saber que decirnos, la mirada de María me decía sin palabras que tenia mucho miedo. La situación ya pasaba de lo normal, estas cosas no podían estar pasando en el pueblo, no en Villena de las Cuevas; allí nunca pasaba nada malo, era un pueblo muy tranquilo, esto solo pasaba en las películas de terror de los sábados por la noche, o en los cuentos que leía uno de sus hijos, o en las antiguas historias de la abuela, aquellas cosas tan misteriosas no pasan en la vida normal, y mucho menos en nuestro pueblo.
Después de explorar los alrededores de la estación, y tocar a las puertas para ver si alguien nos abría; o esperar escuchar algún ruido desde su interior que delatara la presencia de alguien allí; decidimos salir de allí y regresar a casa al no recibir ninguna respuesta.
 Bajamos aquella inclinada cuesta tomados de las manos. María permanecía cabizbaja, con la mirada llorosa, perdida en sus pensamientos. Sabía lo que pasaba por su mente en esos momentos. No le quise decir nada, pero había visto más de aquellas manchas sobre las paredes del cuartel, y me fije que los arcenes a ambos lados de la calle estaban llenos de ese polvo o arenilla blanca, que allí en aquella cuesta, con las primeras lluvias, el agua barrería las calles, llevándose cuesta abajo aquello en forma de un blanquecino y húmedo tropel.
Al bajar por la avenida principal, me fije que a lo largo y ancho de aquella vía, todas las casa, edificios y tiendas de la zona estaban cerradas, puertas y ventanas, todas completamente cerradas, misteriosamente cerradas para aquellas horas. No quise mirar más, ya las había visto también, las manchas parecían estar en todas y cada una de esas paredes.
Mientras nos íbamos a casa, nuestros pasos iban dejando sobre la acera una leve huella sobre manto de polvo blanco que parecía cubrirlo todo.

                                                                    XV

Al llegar a casa, vimos que había que había un mensaje en el contestador telefónico. Era Julián para saber si teniamos noticias. Descolgué el teléfono y lo llame, mientras María iba  la cocina a preparar algo para comer.
Me contesto algo nervioso, me pregunto como nos había ido y le comente lo sucedido, me confeso que estaba también preocupado y bastante asustado, me dijo que en toda la mañana no había entrado nadie a la tienda, me dijo también que no se había cruzado con nadie al regresar a casa, ahora que lo decía nosotros tampoco nos habíamos topado con nadie. Me confeso también que le preocupaba Sara, le había comentado que a lo largo de toda la mañana había estado escuchando unos extraños ruidos en algunas paredes, como si arañaran o escarbaran con las uñas la pared por el otro lado o algo parecido, me confeso que cuando llego pudo oírlos brevemente, aunque ahora parecían haber cesado, Julián siempre había sido un poco paranoico, por lo que en cualquier otro momento hubiera pensado que desvariaba, que eran otra de esas manías persecutorias suyas, pero ahora sabia que podía tener rezón que algo podía haber detrás de aquellos ruidos, quizás pudieran estar relacionados con las manchas, no lo sabia, pero como Julián, comenzaba a tener miedo, un miedo que no podía explicar pero que allí estaba. Un miedo que como a su amigo y a su esposa, y como a María, se mezclaba con una gran dosis de ansiedad y fuerte angustia. Trate de darle ánimos, algo un poco difícil para mi en estos momentos, ya que comenzaba a perder la solidez de mis lógicas barreras mentales, y comenzaba a cuestionarme muchas cosas, comenzando a elaborar absurdas explicaciones a las cosas que estaban sucediendo; la desaparición de Lucas, de la abuela, y de cada uno de los vecinos; del aislamiento y soledad cada ves mayor en el pueblo; de la aparición de aquellas manchas, de aquella arenilla o polvo blanco que comenzaba a estar en todas partes; de la misteriosa aparición de aquella mujer, “la Nívea” y su súbita desaparición; en fin muchas cosas en las que pensar. Le dije a Julián que hiciera algo, que se quedara en casa y no fuera a trabajar esa tarde, que solo por seguridad, por si acaso, cerrara con llave la casa, nosotros comeríamos algo, descansaríamos un poco, y a finales de la tarde iríamos a su casa, y juntos planearíamos algún plan a seguir. Así quedamos.
Cuando colgué, entre a la cocina, pero antes de hacerlo entre en la habitación donde había dormido “la Nívea”. La habitación seguía igual a como la habíamos dejado, me acerque a la pared donde estaba la mancha, comenzaba a secarse como alguna de las otras que había visto, Salí y cerré la puerta con llave, me asegure que estaba bien cerrada y me guarde la llave, no le diría nada a María, no quería asustarla, sé que no era un pensamiento racional, pero lo hacia solo por si acaso, así me sentía un poco más seguro.

                                                                    XVI

Aunque teniamos mucha hambre, no comimos mucho, no pudimos hacerlo; comimos solo lo suficiente, las preocupaciones parecían haber llenado también nuestro estomago minando nuestras ganas de comer. Decidimos irnos a descansar hasta que llegara la hora en que teniamos que ir a casa de Julián, María me ofreció una de sus pastillas para calmar la ansiedad, preferí no tomarla, María si lo hizo, me dijo que lo necesitaba, quizás así pudiera echar una cabezadita en la cama. Nos acostamos sin ni siquiera desvestirnos, solo nos quitamos los zapatos, al rato de acostarnos María se quedo dormida profundamente. Aproveche que dormía y me levante para revisar por la casa a ver si podía encontrar alguna herramienta o algo que pudiera servirnos para poder abrir algunas puertas, en caso de que decidiéramos hacer algunas incursiones en aquellos sitios que permanecían cerrados;  encontré una barra de hierro, que utilizaba a veces para levantar el gato del coche, un palo de madera, un destornillador extremadamente grande que podía servirnos como defensa de ser necesario, y dude en si seria prudente llevarnos algo con lo que poder defendernos si llegara el caso, me daba risa, comenzaba a pensar como Julián, lamento no tener un arma en casa (no tenia una colección de armas como la que tenia Julián) , quizás en estos momentos el tener una pistola o una escopeta podría ser una buena elección. En su lugar tome lo más peligroso que pude hallar en mi casa, un cuchillo jamonero y lo envolví con un paño de cocina para que María no lo viera, junte todo aquello en una bolsa vieja de lona y regrese al dormitorio, María seguía profundamente dormida, lo necesitaba, deje la bolsa en el piso a mi lado de la cama, y me acosté junto a mi mujer abrazándola, yo también estaba cansado, decidí que descansaría yo también un rato. Solo por si acaso puse el despertador para que sonara a las seis de la tarde.

                                                                XVII

Sabia que estaba soñando, ya que no podía recordar como había llegado allí, era de noche, estaba rodeado de niños pequeños, todos de corta edad, 5 a 7 años como mucho, y de mucha gente mayor. Era alguna especie de feria de esas que llegaban en las fiestas importantes del pueblo y se montaban en las afueras; con su gran carpa, la noria y aquel grande e iluminado carrusel poblado de maravillosos caballitos y seres fantásticos, girando sin parar y llevando sobre sus coloridas grupas, a un pequeño con una increíble sonrisa de felicidad en sus labios. La música que se sobreponía al jolgorio general, eso era lo que escuchaba, la música de aquel carrusel, que poco a poco parecía llenar el espacio de aquel lugar. Vi que todo el grupo, niños y ancianos por igual, se acercaban al carrusel a la vez; por alguna razón, por algo que no podía ver desde donde me encontraba, todos querían ir allí. Decidí ir yo también, a medida que me aproximaba la música que salía del carrusel parecía tener un influjo hipnótico en los presentes; que abobados se paraban a escasos pasos del periódico movimiento circular de aquel aparato; moviendo sus cabezas de arriba abajo a la par que lo hacían mientras bajaban y subían las irreales cabalgaduras del carrusel. Vi que de pronto todos aquellos corceles, grifos, osos y leones, estaban vacíos; solo giraban y giraban, subiendo y bajando cada uno de ellos prisioneros de aquel brillante poste de metal, que los mantenía a cada uno de ellos fijos  en su sitio. La multitud permanecía observando callada, como esperando algo. Vi que del centro se acercaba una figura muy colorida, grande. Era una persona. Me recordaba algo, claro, era un payaso con un colorido traje, con su típica nariz de bola y los cabellos rojos, con una gran sonrisa pintada de color sobre su blanca y pálida cara; ese color me recordaba algo, no caía ahora que, pero sabia que era algo importante.
El payaso llego a uno de los bordes, y cada vez que en uno de los giros pasaba frente a nosotros, con gestos y una gran sonrisa nos invitaba a subir. Así entre vuelta y vuelta el carrusel se iba llenando de niños y de ancianos, pareciendo tener una capacidad mayor de lo que parecía, ya que todos los que subían encontraban un animal donde montarse. Estaba viendo eso asombrado, cuando me fije que el payaso me miraba fijamente, y me hacia señas para que subiera, lo hacia con gestos cómicos como los que hacen los payasos, pero había algo que no estaba bien, había algo que me daba miedo. De repente empezó a destacar sobre las otras cosas, la música que venia del carrusel; esta sonaba cada vez más fuerte. El payaso estaba más cerca de mi, en el borde y misteriosamente parecía no girar con el carrusel, estaba como fijo en ese sitio haciéndome señas para que subiera y sonriéndome al hacerlo. No sé que, pero aquella palidez de su cara, y aquella enorme sonrisa, me recordaban algo, De repente sentí unas ganas profundas de subir y cuando comencé a hacerlo, sentí unos golpes en la pierna y que me agarraba por una de las perneras del pantalón. Voltee y baje la mirada; era una pequeña niña, que aparte de mi, era la única que no había subido al carrusel todavía; me halaba el pantalón y me decía algo mientras señalaba con su pequeño brazo, detrás de nosotros. La música no me permitía oírla así que me agache acercándome a ella para poder oír lo que me decía. Trataba de decirme algo, de avisarme de algo que repetía una y otra vez y no podía entenderla, mire hacia atrás, pero solo podía ver niebla y oscuridad, y su bracito mientras parecía repetir una y otra vez lo mismo. De repente un momentáneo parón de la música me dejo oír lo que aquella niña decía mientras me tenia tomado del pantalón,
¡ya vienen! decía, ¡ya vienen! repetía una y otra vez, pero no podía ver nada a través de la niebla, solo podía oír aquella vocecita repitiendo ¡ya vienen! una y otra vez.  De repente la niña desapareció de mi vista y sentí como si me tomaran por los hombros con unas manos poderosas, alzándome bruscamente hasta gran altura, para luego dejarme caer sobre aquel carrusel; era como si hubiera subido mil metros o más en el aire y de pronto te dejaran caer.  Podía ver como el suelo se iba aproximando más y más, el pueblo, las casas, la feria, todo se hacía cada vez más grande, más cercano. Sabía que caía en picado derecho hacia el carrusel. Su figura girando se hacia cada vez más grande. Podía ver a todos aquellos niños y ancianos, girando sobre sus monturas, felices en aquel giro sin fin. Comenzaba a percibir los detalles del carrusel, los coloridos animales, los niños, el payaso que ahora como un muñeco más, giraba y giraba en el centro de aquel aparato; y podía ver el suelo, un suelo circular hecho de viejas tablas de madera; el suelo hacia donde estaba cayendo, ya solo faltaban escasos metros, el golpe iba a ser terrible, estaba cayendo de cabeza, eso iba a doler. 20 metros, 18, 15, 10, 7, 5, 3, 2, 0. De repente vino el golpe; terrible, y profundamente doloroso, y  con él, vino una cálida y pegajosa oscuridad.

                                                                    XVIII

Abrí los ojos. Me había caído de la cama. Estaba todo sudado y tenía la cara empapada. Todo había sido una pesadilla, me había quedado dormido. Al final el cansancio había ganado la batalla y al final me quede dormido yo también.
Me levante y vi que María estaba profundamente dormida. Vi en la cabecera de su cama y mire que faltaban dos pastillas del empaque. Había tomado una dosis mayor y ahora dormía tranquilamente. Decidí no molestarla, necesitaba descansar, las ultimas horas para ella habían sido muy estresantes, seria mejor así.
Me puse los zapatos y después de ir al baño y lavarme la cara para despejarme fui a la sala. Vi que la luz del contestador parpadeaba, quizás esa era la música que escuche en mi sueño y relaciones con el carrusel, tome el teléfono y le di al botón para escuchar el mensaje. Era Julián, había llamado varias veces, tres veces para ser exacto, el ultimo mensaje me dejo muy preocupado, solo conseguí oír entre murmullos, entre jadeos de alguien que estaba muy asustado, ruidos sordos, apagados, como de roces y unas pocas palabras. Solo había dos frases que se podían entender,  “………... esconder” y  “ya vienen”. El mensaje terminaba de pronto, colgaban como si Julián no hubiera querido que lo escucharan. Me dejo muy preocupado, no sabia que hacer.
Marque su numero para llamarlo y decirle que íbamos en camino, pero no obtuve respuesta, solo el  típico tono de respuesta que  caía al sexto intento, dando lugar al típico mensaje invitándonos a dejarle una nota en el contestador. Lo intente tres veces sin obtener respuesta, lo que hizo que aumentara mi preocupación al no saber nada de ellos.
Volví a la habitación para despertar a María pero a pesar de mis intentos seguía profundamente dormida. Decidí dejarla así, descansando. Cuando se levantara estaría mejor y me seria de más ayuda.
Tome el bolso de lona con las herramientas y salí de la habitación. Fui a la sala y me quede sorprendido, al ver la hora en el reloj de la pared, las 9:35 de la noche, era tarde,
Me había quedado dormido y no había escuchado el despertador. No sabia que hacer, mi amigo nos necesitaba, necesitaba ir a ver que podría estar pasando en casa de Julián. Quizás solo era otra paranoia infundada producto de la tensa situación que vivíamos, pero quizás no, no lo sabía, en esos momentos no podía negarlo, estaba preocupado y no sabia que hacer, yo también tenia miedo.
Volví a la habitación. María seguía profundamente dormida. En aquella situación no podía ayudarme. Seria lo mejor que descansara. La necesitaba fresca, despierta otra vez, así podríamos entre los dos, pensar mejor las cosas a ver si podíamos encontrarle una salida a esta situación. Le di un beso y salí de la habitación pero le deje la luz encendida. Revise bien que estuvieran cerradas todas las ventanas del apartamento, solo por si acaso, pase las cortinas y deje la luz de la sala también encendida, estaría mejor así. Volví a entrar en la habitación, decidí dejarle una nota a María  para que no se preocupara por mi ausencia, la puse  en un sitio donde pudiera encontrarla apenas se despertara, sobre su mesita de noche.
Salí de allí sin hacer ruido, fui a la sala y tome la bolsa, metí la mano para revisar que no se me olvidara nada, todo estaba allí, la linterna, el cuchillo jamonero, la barra, las herramientas, en fin estaba todo. Mire una ultima vez hacia la sala y asegurándome que todo estaba en orden, abrí la puerta y salí de casa. Me asegure que la había cerrado la puerta con llave al irme. María estaría bien, podría descansar tranquila.

                                                                   XIX

El pasillo del edificio estaba completamente silencioso, y lo único que se escuchaba eran mis pasos al bajar por las escaleras. Desconocía la suerte de mis vecinos a los que no veía desde hacia tiempo, pero imagine que quizás estarían como María ahora, encerrados en sus casas esperando que la situación se mejorase.
 Salí a la calle, afuera la noche estaba fresca, quizás un poco fría, comenzaba a bajar el viento frió de las peñas. Me dirigí sin perder tiempo a casa de Julián. A mi paso pude ver que las calles permanecían vacías, solitarias, terriblemente mudas. A mi paso me parecía ver  entre las esquinas algo que parecía moverse a mi lado entre las sombras; podía escuchar ruido como unos pasos, como de ligeros roces; no aquello era producto de mis nervios, sabia que en aquellas calles no había nada, allí no había nadie, solamente estaba yo, caminado entre aquellas sombras. Debía ser mi imaginación, pero hacia cualquier sitio donde dirigiera la mirada, creía ver aquellas extrañas manchas que parecían estar ahora por todos lados.
Llegue a casa de Julián y toque a su puerta. Nada no recibí respuesta, volví a tocar, una, dos, tres veces y aguarde, pero nada. Toque otra vez, repetí aquella operación varias veces, pero en ninguna ocasión recibí respuesta. El tiempo seguía pasando y no quería dejar a María sola mucho tiempo. Mire alrededor de sus casa, y solo pude ver algunas de esas manchas sobre dos de sus paredes, y desafortunadamente todas las ventanas estaban cerradas, lo intente pero no podía abrirlas. Tendría que romper la puerta si quería entrar. Decidí jugármela, saque del bolso la barra de metal y forcé la cerradura. La puerta se abrió con un crujido. Mire adentro hacía ambos lados y al encontrar ninguna sorpresa, decidí entrar. Tenía miedo, ya a estas alturas no me importaba confesarlo. Metí la mano en la vieja bolsa de lona y tome el cuchillo, nunca lo había utilizado para defenderse, pero entre mi mano, me hacia sentirme un poco mejor. Avance poco a poco revisando cada una de las habitaciones, pero no estaban allí, la casa estaba sola. No sabia que pensar, aparte de algunas sillas movidas, no me parecía ver nada anormal allí, señales de violencia o de una rápida huida o algo así, pero no salvo por eso todo parecía estar normal. Volví a echar un nuevo vistazo por toda la casa pero fue inútil, no había rastro allí de Julián ni de Sara. Entre en su habitación, y tome un cuaderno que encontré allí, para dejarles una nota, indicándoles que había estado allí buscándolos, y que no se preocupar por lo de la puerta, mañana temprano estaría con el carpintero para repárasela. Al dejar la nota sobre la cama y salir, me percate que sobre la pared sobre la que se apoyaba la puerta al abrirse había una de aquellas manchas, que no odia verse desde afuera. La toque, parecía muy fresca, quizás demasiado, mi mano estaba húmeda, como cuando uno toca algo recién mojado. Me recordó la mancha que encontramos el  cuarto en nuestra casa donde  había dormido “la Nívea”. Volví a tocar algo en la pared, un pequeño detalle que se distinguí del resto de la mancha, Allí casi en uno de los bordes había algo que sobresalía de aquella, me acerque a mirarlo y lo toque con mi dedos, estaba como mojado, era como un pequeño pedazo de algo, parecía un pequeño trozo de tela o algo así, volví a tocarlo, estaba mojado, y si al tacto tenia la sensación de la tela, un pequeño desgarro o harapo, y escondido entre el blancor de aquella especie de yeso parecía destacar un color, azul, si parecía un pequeño pedazo de tela azul, trate de sacarlo de allí pero no pude, estaba fuertemente embebido en aquella pared, como si siempre hubiera formado parte de ella.
Salí de la habitación y cuando cerraba la puerta recordé de pronto algo que me helo la sangre, cuando vi a Julián aquella tarde él estaba vestido con una camisa azul, si estaba seguro era una camisa y era de color azul, no cabía ninguna duda eso era un trozo de su camisa, y como demonios había ido a parar allí era el verdadero problema. No sabía que había pasado, pero no podía seguir allí ni un rato más. Tenia miedo, ahora si tenia mucho miedo y María estaba sola, no podía dejarla sola, tenia que regresar a casa y tenia que hacerlo ya.
Salí a toda prisa de casa de Julián y atravesé corriendo las solitarias calles, con la impresión de que era observado, de que me veían, de que presencias misteriosas se escondían entre aquellas sombras y seguían mis pasos. Escuchaba ruidos, roces, quizás pisadas, pero no quería voltear, no quería mirar, solo seguía corriendo como un loco a través de la noche. Ya quedaba poco, quizás una o dos esquinas, ya podía ver el edificio, estaba asustado pero no podía dejar de correr, salvo por esos lejanos roces no se podía escuchar nada en ningún lado, gritaba llamando a los vecinos, pero no me contestaba nadie, parecía que todos se habían marchado del pueblo. Me sentía como la ultima persona viva de Villena de las Cuevas. Por fin bañado completamente en sudor  y justo cuando el corazón parecía reventar en mi pecho llegue al portón de entrada, subí por el pasillo a toda prisa por el oscuro pasillo, sin preocuparme para encender la luz, tropecé una o dos veces pero llegue al fin, allí estaba la puerta de mi hogar, allí estaba María. Metí la llave en la cerradura, afortunadamente  estaba cerrada, pase la llave y abrí la puerta. Entre, ya podía estar más tranquilo, estaba en casa. No podía imaginar lo que me esperaba adentro.

                                                                 XX

Ente y cerré la puerta con llave otra vez, me mantuve con la espalda firmemente apoyada en la puerta mientras recuperaba el aliento. Una rápida mirada de la sala me hizo suponer que María se había levantado. La mesa del comedor estaba puesta. El mantel estaba dispuesto y sobre el habían colocados servicio para dos comensales. Dos blancos e inmensos platos reposaban junto a los vasos de cristal y los cubiertos, dispuestos uno enfrente del otro. Llame a mi mujer, pero no obtuve respuesta, la televisión estaba encendida y el sonido de un programa aunque sin llegar a molestar, llenaba completamente el ambiente de la sala. Seguí llamando a María pero no contestaba. Me despegue de la puerta y fui rápidamente a la habitación, pero no estaba allí, se ve que se había despertado, pero no estaba en el cuarto. ¿Habría escuchado algún ruido y se habría escondido?, -María, María- volví a gritar pero nada, solo había silencio y el ruido del televisor. Volví a mirar, observe que la nota estaba sobre la cama, osea que se había levantado y la había leído, entonces,  ¿donde podría estar?. Mire en dentro del armario, nada. Detrás de las cortinas, nada y cuando salía de la habitación, decidí cerrar la puerta. Quede aterrorizado con lo que vi. Allí detrás de la puerta, estaba la mancha. Grande y pálida como todas las que había visto, como la que se escondía en el otro cuarto. La toque, el pálido material que la recubría como el yeso, estaba mojado, como si lo acabaran de haber puesto tan solo unos instantes, de hecho había restos de ese material en el suelo. Quería gritar, lo hice, llame a María hasta que se quede sin voz. Caí de rodillas allí en la habitación enfrente de aquella mancha, cansado, llorando, me sentía derrotado, no sabia porque, pero había perdido, si María no estaba, con ella se habían ido mis ultimas esperanzas.
De repente me pareció escuchar algo, como un rumor sordo que parecía provenir de la cocina. Me puse de pie, riendo y secándome las lagrimas que cubrían mi cara con las palmas de mis manos, quizás María estaba allí, preparando algo y no me había escuchado por el televisor, claro era tarde había que comer.
Abrí la puerta y fui corriendo a la cocina, pero no termine a llegar.
Cuando estaba a punto de hacerlo la vi salir.
No podía ser ella, pero allí estaba  “La Nívea” que parecía contemplarme con una mirada de felicidad absoluta en la cara. Quede horrorizado, aquello no podía ser, ¿Qué hacia esa mujer allí?, ¿Cómo había entrado?, ¿Dónde estaba María?, las preguntas fueron atropellándose en la mente mientras retrocedí asustado dirigiéndome hacia el comedor, y sin poder quitarle la mirada de encima a aquella extraña mujer, aunque seguía vestida con esos sucios harapos que perecían estar húmedos, había algo en ella que había cambiado. Seguí caminando de espaldas hasta que tropecé con la mesa, mire hacia la puerta y busque desesperado el bolso de lona, no estaba, recordé se me había caído en las escaleras mientras subía a toda prisa. La nívea había entrado también en el comedor y ahora estaba situada entre la puerta y yo, no podía huir, ella me cerraba el paso. Sin quitarme la mirada de encima se hacia señas con una de sus manos que aunque estaban muy pálidas, ahora me perecían extraordinariamente bellas, pero no solo sus manos, toda ella, su cara, sus ojos, su pelo, sus largas y esbeltas piernas, todo en ella había cambiado. Se había convertido en la mujer más hermosa que hubiera visto jamás. Ocurría algo allí, no podía dejar de mirarla, me tenia como hipnotizado y lo sabia pero no podía evitarlo. Poco a poco se me fue acercando, la tenía tan cerca que pude oler su aroma, un agradable olor que inundaba todas mis fosas nasales y me relajaba, ese olor me tenía narcotizado. Poco a poco mi mente empezó a ceder, a relajarse. Quería correr, gritar, empujarla y salir de allí, pero no podía, solo quería mirarla, aquella belleza era imposible de describir, ya no quería hacer más nada en este mundo que solo mirarla.
Me volvió a hacer señas, entendí que me sentara, aquellas sillas eran para nosotros, yo era su invitado aquella noche. Así lo hice, resignado me senté. Ahora podía entenderlo todo, pero ya era tarde, no podía hacer nada. Ella se sentó frente a mí y sin dejar de mirarme, puso las manos a ambos lados de ese gran plato, cada una de ellas sobre uno de los cubiertos. La mire a la cara, no podía quitarle la mirada de encima, a ese par de hermosos ojos. De repente deje de pensar en María, en Julián, en la abuela, en los vecinos, en tantas cosas que habían pasado en Villena de las Cuevas, ya nada tenía importancia, era el final, lo sabia, pero era feliz, allí estaba ella, sola para mi.
De repente me  pareció escuchar unos ruidos, si eran roces, pasos, venían de la cocina. Quizás no estaba sola, y habían venido más de aquellos seres como ella. Ahora entendía el mensaje que me había dejado  Julián, era una advertencia, pero ahora era tarde ya habían llegado.
Volví a mirarla, parecía tener pintados aquellos grandes labios de carmín, eran hermosos, pero veían más grandes, se habían vuelto muy grandes, su boca y sus labios eran enormes, pero no me importaba, aun así no dejaban de ser hermosos.
De pronto me pareció que aquellos labios se movían, que comenzaban a dibujar una sonrisa, si  “La Nívea” me estaba regalando una sonrisa, una gran sonrisa final, y pude por fin ver sus inmaculados dientes, blancos, perfectos, numerosos y enormes.
Veo que toma uno de los cubiertos, y dirigiéndome una  mirada maliciosa, silenciosamente avanza hacia mí.

                                                              FINAL

Me resigné a mi suerte. Cerré los ojos entre lágrimas de impotencia y, apretando los dientes, esperé a que llegara el fin; sólo pedía a Dios que fuera rápido. La espera me pareció que se hacía eterna, escuchaba ruidos, pero no quería abrir los ojos. Escuché sonidos como de pasos y ruidos secos como de golpes; me imaginaba lo peor, quizás habían acudido más de aquellos seres para mi macabro festín. Me pareció oír por sobre el pánico que sentía, como si me llamaran por mi nombre. No podía ser, ¿la Nivea me estaba llamando para acrecentar mi sufrimiento? Qué sádicos y retorcidos podían ser aquellos pálidos seres!. Sentía que los segundos se habían detenido y el tiempo se me hacia eterno, era una verdadera agonía. Sentí otra vez en donde me encontraba, que me llamaban por mi nombre. Poco a poco aquel llamado me fue sacando de limbo de la desesperación en la que me encontraba sumido. De repente sentí que me agarraban del brazo fuertemente y me sacudían mientras me gritaban mi nombre... no pude más, grité asustado y abrí los ojos: no moriría como los cobardes, lo haría peleando como los valientes!.  Desesperado, cerré mis dedos de la mano derecha y le di un puñetazo con todas mis fuerzas a la cara que tenia ante mis ojos.
El golpe le llegó de sorpresa en pleno rostro.
- Coño, pero qué haces, Miguel, no ves que soy yo, Julián, tu amigo, qué pretendes hacer hombre, matarme?- dijo mi amigo Julián mientras se paraba del piso sobándose la cara con una de sus manos, que estaba completamente mojada de purpura sangre.
Abrí los ojos totalmente, no podía salir de mi estupor, y para mi mayor sorpresa, allí estaba, muerta, tendida de espaldas sobre la mesa, sobre un charco de sangre, mi pesadilla: la Nivea. Sobresalía de su espalda el mango de un grueso cuchillo enterrado con tal furia que podía asegurar que estaba clavado sobre la mesa, y tenía además feas y profundas heridas en la cabeza y el cuello, imagino realizadas con el hacha de mano que Julián sostenía en su mano izquierda.
- Julián cómo es posible?, yo fui a tu casa, te busqué y no estabas, escuche tu mensaje, me imaginé que te habían agarrado, que estabas muerto- dije mientras abrazaba a mi amigo sin poder reprimir las lágrimas.
- Tuvimos suerte amigo-, me dijo mientras me ayudaba a incorporarme y me llevaba hacia una de las habitaciones, - Bueno, estábamos en casa esperándote cuando escuchamos ruidos en una de las paredes y vimos que ésta se estaba abriendo y comenzaban a salir esos seres. Tomé algunas armas de mi colección, las más grandes y pesadas y cargué sobre ellos antes de que terminaran por salir al completo. Al primero lo maté allí mismo, de un solo golpe corté su pálida cabeza y al segundo lo acuchillé mientras me tenia agarrado de una de las mangas de la camisa, y trataba de arrastrarme hacia ese agujero de donde había salido, lo seguí acuchillando hasta que pude soltarme y desapareció en el agujero que misteriosamente comenzó a cerrarse solo como por arte de magia. Llamé a mi mujer y le dije que teníamos que irnos de allí, que debíamos escondernos en un sitio seguro. Traté de dejarte el mensaje por teléfono pero con las prisas no lo dejé claro, luego tomamos algunas armas de fuego y algunas provisiones y nos fuimos pitando de casa, y al salir nos encontramos con algunos de ellos, pero te puedo asegurar que Sara los despachó a buen recaudo, no sabia que tenia tan buena puntería mi mujer!, un solo tiro en la cabeza y parece mentira, se vuelven como cenizas, se disuelven como si fueran de talco. Sara dice que le tienen alergia al plomo, ja, ja, ja- río Julián mientras entrábamos al cuarto.
Le pregunté por su mujer – Sara está viva?- , -pues claro que está viva, qué esperabas si no?, y no solo ella, mira quién más esta en el cuarto- dijo Julián mientras me hacía entrar al dormitorio. Allí estaba parada Sara con su sonrisa de siempre y una gran escopeta al hombro. Y sobre la cama estaba María, viva. Nos abrazamos llorando los dos como unos perfectos idiotas, le di las gracias a Dios, estaba viva y la volvía a tener otra vez en mis brazos.
Cuando paso la emoción del reencuentro, me contó que después de que me había ido, se despertó y al rato llegaron Julián y Sara a la casa e imaginaron que quizás nos habíamos cruzado en el camino sin vernos; esperamos entonces con temor de que te ocurriese algo y no pudieras regresar. Antes de que llegaras, comenzamos a oír ruidos procedentes de una de las paredes y nos escondimos a esperar que llegaras, encerrándonos en la despensa, ya que comenzaba a salir uno de aquellos seres, y no queríamos ser vistos, ¡temimos lo peor por ti!. Y bueno, el resto de la historia ya la conoces, salimos de donde nos escondimos y  Julián se peleó con ese monstruosa mujer y pues, ¿qué mas te puedo contar?, que estoy feliz! Te tengo otra vez a mi lado, y estamos vivos y juntos- finalizó su relato María abrazándome fuerte como si no quisiera separase de mi nunca jamás.
- Coff, coff - tosió falsamente Julián mientras abrazaba a su mujer, - bueno parejita, será mejor que os preparéis algo de ropa y algunas provisiones, y nos marchemos rápido, no quisiera abusar de nuestra suerte. Tenemos que salir del pueblo, aquí están por todas partes y ya deben saber que estamos vivos y dándoles batalla, así que hay que irse pitando-  siguió diciendo Julián mientras limpiaba la hoja de su hacha con el cubrecama y lo guardaba en la funda que llevaba a su espalda.
-Gracias Julián, si no fuera por ti ni yo ni María estaríamos vivos, estos son los momentos en que me alegro de tener a un paranoico por amigo- dije mientras miraba lo bien armado que estaba Julián, pistola al ristre, el hacha y una afilada catana en la espalda, y portando con las dos manos un viejo Fusil automático de asalto Fal. – Coño Julián, pero si hasta pareces un guerrillero! – le dije, -Si, si, lo que tú digas, pero después me lo dices con calma, ahora lo que tenemos que hacer es salir cagando leches de aquí!- dijo mientras se movía nerviosamente, - por cierto,  tienes un todo terreno, verdad?- , -Si- le dije, - vale, nos servirá para llegar hasta el próximo pueblo, no sabemos si lo que está pasando aquí puede estar ocurriendo en otros sitios, tenemos que avisar a las autoridades, el mundo tiene que saber lo que está pasando aquí. Venga, vámonos de una vez coño!-, dijo mientras nos paramos y María recogía algunas piezas de ropa y  comenzaba a guardarlas en un bolso.

Ya cuando salíamos de casa, y caminábamos como un sólido grupo de supervivientes por aquella oscura y solitaria calle hacia la cochera donde teníamos el coche, mirando en todas direcciones con las armas preparadas contra cualquier cosa, me tomó del brazo Julián preguntándome: - el coche tiene bastante gasolina para llegar a la ciudad, verdad?-. A lo que le conteste con total seguridad: - No te  preocupes Julián, llegaremos a la ciudad, y si es  necesario ¡hasta el fin del mundo amigo mio!-

Y así nos fuimos del pueblo, sin ni siquiera mirar atrás, rápido, a toda carrera hacia la gran ciudad, hacia la esperanza, hacia la civilización, y si fuera necesario, hasta el fin del mundo.

                                                            EPILOGO

Por todos los  pueblos que pasaron antes de llegar a la gran ciudad, pudieron ver las señales del caos. Aquello mismo había ocurrido en otros lugares: una silenciosa y macabra invasión había tenido lugar en todos esos pueblos. En la ciudad fue diferente, las personas estaban mejor organizadas, la respuesta fue inmediata y la victoria no se hizo esperar. Cuando el ejército llegó a nuestro pueblo algunas semanas después,  lo encontraron abandonado, solo, muerto. La gran pregunta sobre quienes eran aquellos seres quedo por los momentos en el aire. Ni los científicos ni los militares tenían todavía la respuesta. Algunos decían, los más viejos, que quizás eran los sobrevivientes de los niños perdidos las cuevas de la zona de Villena, en los tempranos años de la guerra civil,  un episodio que permanecía ya olvidado de los anales de la historia del pueblo. Decían que para evitar que se los llevaran del pueblo las tropas del frente nacional, sus padres los habían escondidos en las viejas cuevas de las peñas, antiguas minas de Pechblenda descubiertas a principios del siglo pasado, y que nunca fueron explotadas por inviabilidades técnicas. La leyenda dice que los niños se perdieron para siempre, se internaron en las profundidades para nunca más volver. Los más fantasiosos decían que llegaron hasta las vetas del mineral y la radiación los fue transformando poco apoco con el paso de los años, quizás esos seres eran sus descendientes, quien sabe. También se comenzó a hablar si no serian producto de alguna extraña brujería, en la temprana edad media aquella región se hizo celebre por los polémicos juicios celebrados contra las religiosas del convento de la Orden de El sagrado Dolor, juicio que acabo con la vida de 68 de aquellas religiosas y la del noble que les servía de mecenas, el marques de Ocaña, todos acusados de brujería y tratos con Satán. De aquel convento después de su destrucción no quedaron ni las piedras, solo sobrevivió como testigo el derrumbado Torreón de Quintanilla… Otra hipótesis decía que quizás era alguna desconocida raza de seres que venia de las profundidades de la tierra... Otra que eran seres de alguna desconocida y macabra dimensión. Invasores extraterrestres decían otros, mutantes, animas del cementerio, vampiros caníbales, fantasmas, devoradores de almas, etc... En fin, se especulaba mucho con el tema de aquellos pálidos seres de piel cetrina, cabellos oscuros, miradas subyugantes y numerosos y sobredimensionados dientes. Se hablo mucho de la naturaleza del polvo blanco con el que siempre parecían estar cubiertos, aunque sin llegar a ninguna conclusión.  Al final solo hipótesis, paradojas y preguntas sin respuestas, solo eso y nada más. Algún día llegarían las respuestas, quizás, pero por ahora lo único que se sabia era que aquéllos seres se habían ido, y con ellos el resto de los habitantes de Villena de las Cuevas, y de otros pueblos de los alrededores. ¿Regresarían algún día?, nadie lo sabe. Tal vez, pero si deciden regresar, esta vez estaremos preparados, ya sabemos leer las señales de su posible llegada.  
No se si algún día volveremos a vivir allí, en Villena de las Cuevas, por ahora solo sé que cuando veo las luces de la ciudad en la que ahora vivimos, sé que  me gustan, porque me dan confianza; además, ya no estamos solos,  mis hijos, mi mujer y yo volvemos a ser una familia, y ahora vivimos rodeados de amigos, buenos amigos.
Ahora ya no tengo miedo.

 P:D: Ahora tenemos dos perros, se llaman Junior y Daisy.

                                                                     -----o-----

Espero les haya gustado.
Hasta la próxima entrada.
Cuídense.