domingo, 4 de noviembre de 2012

Aquel pequeño cuadro en la pared.

Hola amigos.

Aquí estamos otra vez acudiendo a la cita de todos los domingos con ustedes por nuestro asunto de cuentos pendientes, yo por publicar y ustedes por leer.
Como dicen: Al séptimo día Dios descanso, pero bueno como yo no soy Dios sino un simple aspirante a escritor, en fin un simple currante  bueno aquí les he escrito un cuento sencillo, trata en el fondo un poco sobre lo que muchas veces dice la gente, que las cosas ocurren porque estaban predestinadas,  que ocurren por casualidad, y otras que dicen que ocurren por causalidad y somos nosotros los que propiciamos las causas para que ocurran, bueno ustedes lean y luego decidan.

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                                         AQUEL PEQUEÑO CUADRO DE LA PARED.

Fue algunos días atrás  cuando sacaba mis cosas para buscarles sitio en la nueva casa, mi tan anhelada mansión en el campo, que desempolvando aquel viejo cuadro, fiel compañero de tantas mudanzas,y colgándolo en su sitio justo de aquella pared de la amplia sala, que encontré en el algo conocido, luego de volver a mirarlo lo supe, no podía ser cierto pero allí estaba, reconocí por fin aquel sencillo paisaje que había visto tantas veces. Esto me proporciono una alegría enorme y afloro en mi  el recuerdo de como lo había obtenido hacia ya muchos años.

Sucedió hará ya 30 o mas años. Yo era más joven en aquel entonces y paseaba extasiado, maravillado por aquel gigantesco mercado de maravillas y de los más diversos objetos, como lo es el Gran Rastro de Madrid. En compañía de unos primos fuimos dejándonos llevar por el bullicio de la gente y nos adentramos en la calle de los anticuarios, donde infinidad de tiendas y vendedores ambulantes ofrecían los más raros y antiguos objetos. Fue así, caminando maravillado por aquel variado y extraño museo de lo cotidiano y antiguo, que entramos en aquella pequeña tienda.

Adentro todo lucia antiguo y polvoso. Había un poco de todo. viejas espadas y sables roñosos, teléfonos antiguos, maquinas de coser, planchas de hierro, en fin un sinnúmero de cosas familiares y viejas a la vez. En una pared de descolorido papel tapiz, estaban colgados de una manera algo desordenada, varios cuadros y pequeños retratos. llamo de mi la atención uno de aquellos, uno pequeño, un simple paisaje. En el había al fondo la esquina de una gran casa, rodeada por un bosque con muchísimos arboles, parecía un sitio tranquilo, irradiaba la mágica sensación que tienen todas las estancias apacibles. por los rasgos arquitectónicos de la casa no podía en aquel momento ubicarla  en algún estilo o época precisa, era un cuadro bonito estaba bien pero en fin no era nada tampoco del otro mundo.

El anticuario, un encorvado y arrugado anciano, que lucia tan antiguo como los objetos que vendía  y al ver la manera casi hipnótica en que yo observaba aquel pequeño cuadro, se acerco a mi y de una manera insistente, casi suplicante, me insto a que se lo comprara. Me dijo que no me arrepentiría  que seria un bonito recuerdo. me dio lastima aquel viejo anciano y dejándome llevar por su insistencia, casi demente, como algo propio de su edad, se lo compre, 5000 pesetas de la época, una verdadera ganga.

A mi regreso al Perú, el cuadro me acompaño siempre. primero en aquel modesto cuarto en Lima donde vivía alquilado mientras terminaba la tesis. Luego cuando me case y nos mudamos a Venezuela donde vivíamos alquilados por El Marquez.
Con el paso de los años y como ha todos, la vida me proporciono muchos sin sabores y triunfos. Fui mejorando profesionalmente, con lo que se me abrieron las puertas en importantes empresas a lo ancho y largo del mundo, pudiendo obtener mejores cargos, y mi familia a la par que lo hacían mis ingresos iban creciendo también.

Estas cosas me dieron la oportunidad de cambiar de residencia muchas veces Valencia, California, Yucatan, Osaka, Maracay, Lion, Bogota, Murcia, y otras cuantas más y siempre llevaba conmigo aquel pequeño y viejo cuadro. Poco a poco, me di la satisfacción de poder vivir cada vez en un sitio mejor y por supuesto, siempre encontraba un sitio en alguna pared para mi querido cuadro.

Con el paso del tiempo, pude independizarme y montar mi propia empresa de suministros electrónicos para la industria aeroespacial, que con esfuerzo y mucha dedicación dio buenos frutos. con el correr de los años y ya algo viejo y cansado, amase una pequeña fortuna y decidí que ya era tiempo de bajarse del carro, de retirarme de la vida profesional, dejando la empresa en manos de mis hijos, más jóvenes y con más energía que yo.

Junto a mi esposa nos mudamos a Europa, específicamente a Portugal y nos dedicamos a recorrer el país buscando un sitio donde retirarnos, donde pasar en paz nuestros últimos años. Fue así como compramos aquella casa en unos hermosos terrenos de las afueras de Pampilhosa da Serra, en Portugal. Era un sitio tranquilo, lleno de arboles, La casa estaba rodeada por un verde y frió bosque bastante apacible. Me recordaba algo, de alguna manera este lugar me era conocido pero no podía caer por que.

Si, luego de un rato caí por que me recordaba algo, lo había reconocido. Luego de haberlo observado tantas veces de manera vertical, contemplativa y onírica  mientras colgaba en alguna pared de una infinidad de estancias diferentes, dándome siempre una misteriosa alegría al mirarlo sin saber nunca porque.
Ahora podía decir por fin que sabia por que, tenia la respuesta delante de mis narices.  Aquel bosque, aquellos arboles, aquella casa, mi nuevo hogar, era exactamente idéntico a aquel paisaje que había comprado hacia ya tantos años en aquella tienda del Rastro de Madrid, y que había visto colgado tantas veces de una pared. Como podía ser esto posible, no lo se, quizás nunca lo sabre, quizás el destino o yo que se, lo único que puedo decirles es que a partir de ahora seria como vivir en un sueño, mi casa seria aquella que durante tanto tiempo vivió atrapada entre los oleos antiguos, colores suaves y pinceladas delicadas, dentro de los cuatro bordes de un viejo marco de madera, allí en el reino de los sueños, allí  en aquel pequeño cuadro de la pared.

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Bueno amigos, espero habérmelo currado bien, por lo menos un poco, por lo que espero que les guste, y si no les gusta ya saben lo que hay que hacer.

Bueno a pasarlo bien.
Hasta la próxima entrada.
Cuídense.



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