Hola amigos.
Hoy es domingo así que como toca día de descanso, así que hoy no hablaremos de nada sino que lo que toca por leer es un cuento. Hoy es día de cuentos. Decretemos entonces que los domingos y siempre que se pueda, sea día de publicar un cuento. Así que señoras y señores, el cuento del domingo, va de marcianos o algo por hay en ese estilo, espero les guste.
EL SUELO
A medida que se aproximaba el mes de mayo, se sentía que la
expectación en la oficina crecía cada vez más y más, como una ola que vemos
crecer por momentos y sin poder movernos, estalla y llega haciéndonos perder el
equilibrio, dejándonos sentir toda esa furia derramada, energía primitiva, que
nos empapa antes de darnos cuenta. Así estaban las cosas cuando nuestra empresa
estuvo entre el selecto grupo de compañías que habían ganado la licitación
abierta por la NASA para estudiar las primeras muestras de roca y suelo traídas
de Marte por la sonda del Curiosity, además de estar entre los tres países europeos
que habían sido elegidos, así estaban nuestros ánimos.
Perdónenme, pues con estos nervios se olvidan las cosas, me
llamo Pablo González y trabajo en una empresa de Ingeniería de Suelos dedicado
a análisis muy especializados. Imagínense mi emoción cuando al poco tiempo de
haber entrado a trabajar allí, se gana la licitación, emoción digo porque desde
pequeño soy también aficionado a la Ciencia Ficción, Astronomía y otras
ciencias. Tanto tiempo con la mente en el espacio, soñando con mundos
desconocidos y distantes y ¡ZAS!, de la noche a la mañana estoy entre los
elegidos que van a tener la oportunidad de tener entre sus manos, para poder
tocar, ver, extasiarse hasta el aburrimiento, un pedazo de roca venido otro
mundo, y debido a que otra vez la suerte me ayuda, soy el jefe de laboratorio.
El gran día llegó en forma de cuatro cajas, no muy grandes.
Todas debidamente protegidas y acompañadas de innumerables albaranes y registros
para rellenar y firmar, ante la mirada nerviosa y anhelante de todos los que esperábamos
se fueran de una vez los funcionarios, para poder saltar sobre aquellas cajas
como niños ante un cofre lleno de golosinas, como piratas ante un tesoro, y
poder contemplar libremente aquel regalo,
contenido dentro de aquellas paredes de aluminio y poliuretano.
Después de una
explosión de alegría y tras una corta y emotiva ceremonia, fueron abriéndose una
a una, dolorosamente pero orgullosamente tal como cuando una madre da a luz, mostrándonos
los objetos tan celosamente guardados en su interior. Bello, extraño,
misterioso, no había palabras con que definir aquellas rocas rojas, amarillas y
oscuras, y aquel suelo ora granular, ora compacto como una amarilla y tostada arcilla,
pero con unos extraños y hermosos tonos de color verde muy intenso.
Los días que siguieron fueron de trabajo realmente agotador.
Toda clase de ensayos y pruebas posibles se le hicieron, hasta llenar el
laboratorio de máximo aislamiento biológico, ubicado dentro de la zona de aislamiento
aséptico, de toda clase de envases y planillas por doquier. Allí, secretamente
y haciendo horas extras, dos de mis compañeros y yo, hacíamos pruebas
especiales, afín de ver satisfecho el viejo sueño de descubrir si hay vida en
Marte, si existe otra vida más alla de nuestra tierra. Primero tratábamos de
descubrir la presencia de gérmenes y virus, también de la posible existencia de
antiguas semillas o polen.
Buscábamos también pequeñas trazas de algún tipo de
ADN, buscábamos las pequeñas huellas de la vida, utilizando herramientas de
alta tecnología, recurriendo a la ayuda de uno de los últimos microscopios láser
de fusión fría, pero nada, una y otra vez, noche tras noche, y hora tras hora,
nada, no conseguíamos encontrar nada.
Enfocamos nuestros esfuerzos en tratar de encontrar, utilizando los últimos sistemas de
computación cuántica disponibles, todas las combinaciones posibles de
secuencias de moléculas orgánicas, que pudieran haber en ese suelo con el fin de
encontrar cualquier rastro de vida. Pero nada, una y otra vez, todas las
pruebas resultaban negativas. Se
encontraban algunos rastros dispersos muy leves, pero una decepción tras otra, ningún
resultado importante, en fin seguíamos sin tener nada. Solo un sueño, eso era
lo que teníamos en nuestras manos. Un sueño que había muerto por nuestras
propias manos. Tantos años de sueños, inversiones, viajes, exploraciones y
palabras, al final nada, solo sueños, inocentes y divertidos pero solo eso,
sueños de una ingenua humanidad en los albores de su era espacial.
Meses después todo termino, infinidad de estudios listos. Un
sin número de nuevos descubrimientos y páginas y páginas de datos interesantes
acerca de aquello pétreos visitantes, resultados de ensayos, gráficos, fotografías,
todo listo y terminado. Se entregaron copias, se archivaron originales, en fin, llego el tiempo de las
felicitaciones, de los agradecimientos y del dinero. Llegaron con prontitud y en
grandes cantidades de los respectivos organismos encargados, al final todo el
mundo contento.
Las mejores muestras se guardaron, para colecciones en importantes museos de todo
el mundo. Otras se guardaron en cámaras de congelación para futuros ensayos,
otras tantas se regalaron entre importantes personalidades, y algunas de ellas,
las que no se destruyeron o se desecharon, fueron a parar como recuerdo a las
manos de los investigadores que participaron en la investigación, siendo este
mi caso, ya que pude quedarme con algunas de ellas, y como en muchas ocasiones
y por algún error burocrático, muchas de ellas fueron a parar a algún basurero
de la ciudad, envueltas en un moderno ataúd de plástico negro, para formar
parte de alguno que otro relleno sanitario en ubicados en las afueras de la
gran ciudad.
Al final de todo, reino otra vez la calma en nuestras
oficinas, y todo quedo como una gran experiencia y un buen recuerdo.
Pero allí afuera, enterrada entre cientos de kilos de
basura, abrigada por una fétida calidez, y rodeada por una humedad perfecta,
sin nadie que la pueda observar, una de aquellas muestras encontró el medio
ideal para poder desarrollarse. Hay algo allí, enterrado en una bolsa rota,
bajo metros de basura, y en una atmosfera pestilente, que esta surgiendo. Una
pequeña porción de suelo verde, palpita, cambia, se convulsiona. Algo se
arrastra en su interior, se esta reproduciendo esforzándose por salir, por ver
la luz, algo esta reptado, esta creciendo, y quiere salir.
Tiene hambre.
" Esta vivo."
Hasta la próxima entrada.
Cuídense.
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