domingo, 30 de diciembre de 2012

El amor es para siempre

Hola amigos.

Hoy es domingo, el ultimo domingo del año 2012, de este duro y difícil año, sobre todo en este lado del planeta, y sobre todo a los que vivimos en la vieja y castigada Europa.
Una fuerte crisis económica, desempleo desbordado, hambre, perdida de hogares, políticos corruptos, colapso total de la industria del ladrillo, etc, etc, etc, en fin muchas noticias negativas y malas para haber ocurrido en un año, demasiado.
Pero no todo ha sido malo, también ha habido algunas cosas buenas, y esas son las que hay que recordar, pero lo más importante es que solo faltan pocos días para el nuevo año, y un nuevo año comenzara otra vez, transitando su senda empezando el recorrido por el territorio de lo posible, y eso es lo que me gusta, una nueva oportunidad para buscar lo que más podemos necesitar, para encontrar lo que más buscamos; por eso me gustan los nuevos años, por la promesa de lo que significan: 365 nuevos días, 365 nuevas oportunidades.
Así que sigamos luchando, y nunca pero nunca dejemos de soñar, hagamos que cada día represente una nueva oportunidad en la vida.
Mis mejores deseos para todos mis lectores en este nuevo año 2013.

Algunas costumbres me gustan, y para no faltar a ellas como hoy es domingo y toca cuentos, he querido publicar uno corto que trata sobre el amor, uno de los sentimientos que más me gustan, uno de los más necesarios, de los más complejos. Esta historia trata sobre un amor, sobre una manera de abordar el amor, un amor especial, total, diferente.

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EL AMOR ES PARA SIEMPRE

Miro en tus ojos,
En tus ojos  la luz calienta,
en mis ojos la oscuridad es roja.
En tus ojos veo el fuego de una vieja pasión,
en mis ojos renace todas las noches un oscuro deseo.
En tus ojos  veo la paz del mundo,
en mis ojos solo un viejo orgullo.
En tus ojos veo el amor,
en mis ojos solo nada.
Miro en tus ojos, solo miro en tus ojos.




-Cariño de verdad me quieres?-
-Claro mi amor, siempre te he querido, eres mi sol, mi luna y mis estrellas, como no podría quererte-, dijo Nicolas mientras le acariciaba suavemente el rubio cabello.
-Sabes a veces pienso que te cansas de mi y te vas, que me abandonas-, dijo Elisa mientras agarraba con ternura una de aquellas manos, que cariñosamente hacían tirabuzones con su pelo.
-Eso nunca pasara cariño, tu y yo siempre estaremos juntos, que podría hacerme yo sin ti?, -eres muy amable, pero sabes que algún día ocurrirá, ya no somos los mismos, ademas te veo Nicolas y me doy cuenta, te estas haciendo viejo, acéptalo.
-Puede ser Elisa, quizás tienes razón, pero para eso todavía falta mucho, no hablemos de eso ahora ya veremos que ocurre cuando llegue el momento, ahora lo que importa es que nos amamos y seguimos juntos-, dijo Nicolas mientras la ayudaba a levantase de la mesa.
-Si cariño, estamos juntos-, y dándole un suave beso en los labios se quedaron abrazados mientras le decía suavemente en el oído: -te quiero-.
-Te ayudare a recoger la mesa, siempre te dejo solo haciéndolo, - dijo Elisa, mientras deshacía el abrazo y se disponía retirar algunas cosas de la mesa y llevarlas hacia otra habitación.
-Cariño déjalas  ya me encargo yo, es mi trabajo, ademas hace una noche preciosa, hoy tenemos luna llena, ven vamos a sentarnos en la terraza un rato.
Nicolas abrió el amplio ventanal que daba hacia la terraza, una bocanada de aire fresco y frió entro en la habitación, recordandole que pronto las blancas nieves cubrirían las cumbres de las montañas que rodeaban la ciudad. Se levanto el cuello de la chaqueta y se abotono dos de los botones, no quería resfriarse, se  notaba que el invierno estaba próximo a llegar.
Avanzaron unos pasos sentándose cada uno en aquellas amplias y cómodas butacas de ratan malayo, Aun con la chaqueta Nicolas percibió el frió del respaldo, le preocupaba  Elisa, no tenia chaqueta y vestía un ligero traje de noche, de seda negra y con una amplia abertura en la espalda.
-Cariño voy a traer una manta, hace frió, te puedes resfriar-, le dijo Nicolas.
Elisa lo tomo del brazo antes que se levantara, rápida y fuertemente, como estaba acostumbrada.
Nicolas no pudo reprimir una ligera mueca de dolor, a veces Elisa sin querer le apretaba fuerte.
Ella se dio cuenta y aflojo la presión, -perdona cariño, no quería lastimarte, no me di cuenta y no hace falta que te levantes, no tengo frió, ya lo sabes, no te preocupes. Solo quedémonos así y disfrutemos del paisaje, se ve tan hermosa la ciudad, llena de tantas luces, parece mentira que cada una de ellas sea un hogar-.
_Si cariño es verdad, lo había olvidado, no eres tan friolera como yo, como que va a ser verdad que me estoy haciendo viejo., dijo Nicolas mientras tomaba una de sus manos y cariñosamente le hacia caricias con el pulgar en la delicada y pálida palma.
-Cariño, ya te lo he dicho, los años no pasan en vano-, le dijo con una sonrisa y acercándose le dio un beso en los labios, - hay Nicolas, Nicolas, como te quiero,siempre con tus cosas, por eso es que te amo.
Se quedaron un largo rato, así no más, sentados uno al lado del otro tomados de la mano, en silencio, viendo como la brillante luna llena describía un arco a su paso por el cielo de la ciudad para irse ocultando detrás de una de las montañas.
El sonido de una campanada desde el interior de la habitación saco a Nicolas de la apacible tranquilidad en que se encontraba, se levanto y delicadamente le soltó la mano, -cariño perdona se hace tarde, voy a recoger la mesa y acomodarte la habitación, pronto tendrás  tienes que irte a descansar.
-Gracias mi amor, eres tan amable, si no te importa me gustaría quedarme un ratos más sentada aquí,  la vista de la ciudad es tan hermosa-  le dijo Elisa a la par que reforzaba sus palabra tomándole la mano con las suyas y besándola en un cariñoso gesto.
-Vale cariño, yo también te quiero, pero si no me sueltas no podre hacer mi trabajo- dijo Nicolas.
-Esta bien mi príncipe, valla a ser sus cosas, aquí te esperare.
Nicolas salio de la terraza y se dispuso a levantar la cena con los restos de la cena.
Elisa pudo percibir los ruidos que provenían de la habitación, se imaginaba a su amante, de manera organizada, mecánica y pulcra, ganada a fuerza de haberlo hecho muchas veces, levantando platos y cubiertos y llevándolos a la cocina. Pudo oír cada uno de los viajes que hizo hacia la cocina hasta recogerlo todo, el ultimo fue el más pesado, el más incomodo, pero ya estaba regresando, ya estaba hecho, al oír el ruido al cerrase de la puerta del congelador supo que estaba listo, había terminado.
Estaba listo, la mesa ya estaba arreglada, las sillas en su lugar, todo en orden, siguió hacia la amplia cama, retiro la cobija descubriendo las sabanas de rosa seda, paso la mano sobre ellas, acariciándolas y la retiro de uno de los extremos, - esta lista, ya se puede acostar-, se dijo mientras caminaba hacia la terraza. Una nueva campanada salio del majestuoso reloj que descansaba sobre una de las esquinas de aquella amplia habitación. Antes se aseguro de cerrar la puerta del baño, y sopeso los gruesos cortinajes que cubrían los ventanales de la terraza, chequeando que corrían perfectamente por sus cortineros.
Amanecía, la luz de la alborada comenzaba a iluminar con un tenue resplandor rosáceo las siluetas de las montañas.
Entro en la terraza y situándose detrás de ella la tomo por los hombros y acercándose le dijo suavemente al oído: -cariño es hora, esta amaneciendo, venga hay que irse a descansar, la noche a sido larga pero ahora toca dormir, vamos- y dicho esto la ayudo a levantarse y abrazándola entraron a la habitación dirigiéndose al fondo de la misma, a la zona más oscura donde estaba el lecho.
Como lo había hecho durante el transcurso de tantos años, la ayudo a quitarse el vestido que pudo cuidadosamente sobre el perchero de madera de caoba. La ayudo a meterse en la cama y dándole un tierno beso en aquellos hermosos labios carmesí y acariciando delicadamente su tersa y juvenil mejilla con una de sus manos, surcada por múltiples arrugas y manchas, que le recordaban amargamente el paso del tiempo.
Ella lo miraba complacida, entre sabanas de seda, viendo como hacia su trabajo, camino hacia la terraza, cerrando las puertas de cristal  italiano teñido, asegurándose que calzaban la una sobre la otra y poniéndole el seguro, de manera que no se pudieran abrir.
Antes de correr las pesadas y oscuras cortinas, le hecho una ultima mirada a la ciudad, la luz de los primeros rayos del sol comenzaban a despuntar sobre las cumbres de las montañas, pronto comenzaría un nuevo día.
Corrió las cortinas, tapando completamente la terraza, súbitamente la oscuridad lleno de pronto toda la habitación, dejándola sumergida en negras tinieblas. Un sitio prohibido al reino del sol y de la luz.
No le hizo falta prender alguna lampara, sus pies se conocían el camino de memoria, llevaban haciéndolo muchos años. Le dio un ultimo vistazo a la habitación, todo estaba en orden, respiro complacido.
Se dirigió hacia la puerta de la habitación y antes de salir, escucho la voz de su amada:
-Nicolas, cariño, dime que me quieres, anda- dijo Elisa mientras el sueño comenzaba a tomar el control de su cuerpo.
-Claro que te quiero mi amor, siempre te he querido, no te engaño, duerme bien- dijo Nicolas mientras desde el pasillo cerraba la puerta de la habitación.
-Siempre me amaras amor mio?- pregunto Elisa con un susurro, mientras sus ojos de cerraban profundamente., -siempre-.
- Siempre te amare mi amor, hasta el ultimo día, recuerda lo que me dijiste el día que nos conocimos: el amor es eterno, el amor es para siempre, ahora duerme cariño, hasta mañana-, se sonrió cuando dijo esto, sabia que ella no lo había oído, se había quedado profundamente dormida, siempre ocurría igual; dicho esto cerro con llave la pesada puerta y lentamente camino por el pasillo hacia su habitación, el viejo reloj del pasillo toco seis sutiles campanadas, -las seis de la mañana, es tarde- se dijo,  estaba cansado, muy cansado, nunca lo habría podido imaginar, amar mucho también podía cansar, y el estaba muy cansado, pero no podía hacer nada, así seria hasta el final, hasta el día en que llegara otro a ocupar su lugar; pero no podía hacer nada, el de verdad la quería, la amaba, porque así era su amor.

Le esperaba un día muy pesado.
Ya no podía recordarlo, pero así había sido siempre.
El amor es así.
El amor es para siempre.

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Hasta la próxima entrada.

Cuídense









1 comentario:

  1. También amar es poner en lo más alto los deseos del otro, por encima incluso de los nuestros.
    Amar es no querer que el otro llore, pero que si ha de hacerlo, querer que lo haga contigo.
    Amar es no querer separarse un segundo del otro, pero hacerlo si ese es su deseo.
    Amar es dar libertad al otro para decidir que quiera o no amarte.

    Gracias Pedro!

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