No hay excusas, es verdad, pero siempre que puedo hacerlo trato de publicar algo, por pequeño que se, aparte de hacerme sentir bien como cualquiera cuando hace algo que le gusta, lo hago también para no perder de alguna manera la presencia en este medio tan importante como lo el el Internet, y por supuesto es mi manera de saludar a todos aquellos que se que me siguen leyendo y a aquellos que me descubre por hacer en el vasto y variado universo de los bloggs, a todos ustedes mis más sinceras gracias.
Ya estamos en Diciembre otra vez, a las puertas de unas blancas y frías Navidades otro año más, así que seré breve pero quisiera compartir mis mejores deseos para todos ustedes por estas fechas, la verdad, para la gente, para los más necesitados, para el planeta y para el futuro.
Como parte de una tradición que había comenzado hace ya algunos años, siempre para estas fechas me gusta publicar algo, compartir con ustedes amigos lectores, algún articulo, cuento o relato, relacionado con estas fechas, y siempre elaborado dentro del genero que siempre me ha llamado la atención como puede ser la literatura de ciencia ficción y fantasía.
Pues bien, he querido publicar un cuento muy corto, dedicado a alguien muy especial para mi, mi hija, recuerdo escribí un borrador de un argumento con algunas ideas que pudieran haber servido de guion para una continuación de la película E.T, algo que muchos seguidores de Spielberg y enamorados fans de esta película nos quedamos esperando por muchos años. Nos hubiera encantado saber tantas cosas acerca del pequeño E.T y su mundo, y de la solidad y sincera amistad que se creo entre seres tan diferentes.
Pero bueno para eso sirve el mundo de la imaginación y de la fantasía, para crear mundos posibles y traer a la vida y a las paginas posibles caminos y eventos donde de alguna manera estos dos amigos pudieran volverse a ver.
Este es pues mi humilde creación, tratandole de darle una pequeña vuelta de tuerca a la historia conocida para adaptarla a nuestros tiempos, dejando una puerta entreabierta el territorio de la imaginación por donde pudiera colarse hacia nosotros.
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LONG DISTANCE CALL
(LLAMADA DE LARGA DISTANCIA).
Han pasado ya más de 50 años desde que el pequeño Elliott se
despidió de aquel extraño amigo verde, venido de algún lugar situado más allá
de las estrellas, y a quien cariñosamente llamaron E.T. Aquel día lejano aquel fantástico
ser, un niño como él, volvió a reunirse con los suyos, con su familia, para
continuar su inimaginable viaje a través del universo.
Hoy en día la ciencia ha avanzado mucho, el hombre ha llegado
a Marte; los viejos teléfonos han cedido lugar a nuevos móviles virtuales cada
vez más potentes y versátiles; desde la invención y aparición de los primeros
ordenadores cuánticos la informática ha revolucionado de manera inimaginable en
todos los ámbitos haciéndolo todo más fácil y más rápido; nuevos vídeo juegos
que se juegan directamente en la mente del jugador; las impresoras de alimentos
han revolucionado en las grandes tiendas
de alimentación y comida rápida; nuevos combustibles y maneras de aprovechar la
energía han impulsado de manera más eficaz el desarrollo de mejores medios de
transporte; vuelos comerciales a la luna; ejércitos sin seres humanos,
inteligencias artificiales y muchísimas maravillas más que no se conocían medio
siglo antes, pero aun ahora en el año 2045, hay muchas cosas en las que la ciencia desafortunadamente
no ha podido ser todavía de mucha utilidad, y algunas viejas enfermedades y
padecimientos siguen resistiéndose fuertemente a ceder ante ella.
Elliott es ahora ya un hombre mayor y enfermo que se
encuentra en el ocaso de su vida sufriendo una penosa enfermedad terminal,
donde los médicos en el mejor de los casos solo le pronostican algunos meses
más de vida, entre seis a nueve meses quizás. Han sido años duros pero ahora en
su vejez se encuentra en un asilo especial donde recibe los mejores cuidados, y
donde pasa los días junto a otros muchos ancianos recordando y hablando de los
años pasados y de los lejanos eventos sucedidos en su juventud, pero que aunque
mantenido gracias a los cuidados especiales que recibe, espera con resignación
a que llegue su hora final. Y es por ello que aunque se encuentre rodeado a toda
hora por personas en situaciones parecida a la suya, realmente se encuentra muy
deprimido y tristemente solo, pues resulta que últimamente y así como lo han
hecho sus esperanzas de vida, también han venido disminuyendo las muestras de
cariño y la compañía que recibe de lo único que en esos momentos realmente le
importa a él, su familia, y en especial del que como un valioso bálsamo le
proporciona su pequeña nieta Angeline,
la pequeña chispa que mantiene encendida aun, una tibia llama de esperanza en
su viejo y cansado corazón.
Las visitas ya no son tan frecuentes como antes, los padres
de Angeline por motivos laborales han tenido que mudarse a una ciudad lejana,
pudiendo venir ahora tan solo unas pocas veces al mes. Pero es en esos días
cuando su pequeña nieta lo visita, en esas tardes maravillosas donde en la
intimidad de su habitación allí junto a ella, pasa esas pocas horas felices en
su compañía, lejos de la tristeza y el dolor, evocando algunos buenos y lejanos recuerdos. Allí
vuelven a aflorar en su mente aquellas perdidas memorias de su infancia, esos lejanos
fragmentos de olvidados recuerdos que gracias a ella parecen cobrar vida, y en
los que poco a poco, va organizando la historia para ella, así poco a poco durante
la eternidad del brevísimo instante de cada una de sus esperadas y cada vez más
distantes visitas ,le va contando aquellos maravillosos relatos, propios de la
imaginación de un viejo, y en los que le cuenta
del tiempo en el que conoció a su extraño amigo E.T, un pequeño
hombrecito verde venido de muy, muy lejos, y de la maravillosa amistad que
surgió entre ambos. Así poco a poco, a lo largo de aquellas tardes, amenas y tranquilas,
donde tantos recuerdos dormidos afloraban otra vez llenando de tibios colores
el gris e insulso cielo de otoño, el abuelo le va contando a su nieta la
historia de E.T y la fantástica aventura y los peligros que corrieron juntos
para poder ayudar a su pequeño amigo a volver a casa, la historia sobre una
gran amistad.
Elliott aunque casi siempre está solo, tiene algunos buenos
amigos en el asilo que comparten como él sus últimos días y que serían capaces
de hacer lo imposible por obtener aquello que le permitiera tener una nueva
esperanza. Entre ellos está el viejo Martín Mclain, viejo veterano de la fuerza
aérea y un antiguo pionero de la investigación espacial.
Aprovechando unas cortas vacaciones con su familia durante la
Navidad para pasar unos días en el pueblo donde vivió su abuelo, en aquel familiar
barrio, iluminado por mil guirnaldas y luces de colores, refrescado por la fría
brisa de las montañas cercanas, nevadas y repletas de nevados abetos los que le
dan a ojos de Angeline, la bella imagen de una querida tarjeta postal.
Fue durante un día de excursión al parque forestal situado
en las afueras del mismo, al ir en busca de algunas ramas para hacer una
hoguera, que Angeline por casualidad entre algunos viejos árboles secos y
rotos, enterrado entre la nieve, hojas secas y telarañas congeladas, cual delicados
collares de minúsculas perlas, descubrió los restos de algún extraño artefacto:
restos de una vieja antena de Tv, algunas partes de un antiguo teléfono del
siglo pasado y como colofón de aquel disparate tecnológico, un pequeño
tocadiscos portátil. Todo ello ahora roto y deteriorado por el paso de
innumerables años. Angeline se acuerda al ver aquella tosca e infantil
maquinaria, de aquellas historias las que pausadamente le había contado su
abuelo, y comprende entonces, al tener aquel viejo mecanismo entre sus manos, que
aquello a lo que se había referido él a través de esas fantásticas historias, no
eran simples cuentos que inventaba para ella, ahora tenía entre sus manos las
pruebas que demostraban que aquellas historias podían haber sido ciertas. En
ese momento, Angeline viéndolo todo desde la infantil e ingenua perspectiva que
solo existe en la niñez, comprende que quizás el único que puede ayudar a su
abuelo, y posiblemente su única esperanza de salvación, es aquel misterioso y
maravilloso ser verde venido de algún punto desconocido del espacio, y de quien
lo único que ella conoce es aquel raro y gracioso nombre: E.T.
Resuelta a ayudarlo, un día durante una de aquellas tardes
de visita le comenta su plan a su abuelo, y le muestra la foto que tomo con su
móvil de aquel raro aparato, sin darse cuenta de que aquello fue oído también por
aquel anciano que compartía la habitación con él y que parecía tan plácidamente
dormido, Martín Mclain y que como el anciano Elliott, ansioso también por
encontrar alguna pequeña esperanza a su enfermedad.
Aprovechando algunas visitas al pueblo llegada la primavera,
poco a poco se interna en aquel abandonado bosque. Con paciencia y muchísima
suerte, gracias a las indicaciones que le dibuja su abuelo logra reparar aquel
aparato. Finalmente un día, al terminar de desenredar y conectar el ultimo
cable a una antigua batería, de una manera inesperada y silenciosa, un pequeño
bombillo cobra vida otra vez y entre
parpadeos, un zumbido leve y periódico comienza a escucharse a través de un pequeño
y polvoriento altavoz, indicándole a Angeline que la antigua maquinaria estaba reparada
y lista otra vez, emitiendo una misteriosa señal, repetida una y otra vez hacia
todos los insondables rincones del cosmos, un mensaje desconocido, una poderosa
llamada de emergencia, una llamada a casa, algo así como una llamada de larga
distancia estelar.
Elliott recibe con alegría aquellas buenas noticias por
parte de Angeline, y la luz de la esperanza vuelve a brilla en su apagado
corazón, esperando ansioso que aquella llamada pudiera llegar a su remoto
destino. Pero los días van pasando y no ocurre nada, y en unos pocos meses la
salud de Elliott comienza a deteriorarse y la pequeña Angeline empieza a perder
toda esperanza de poder ayudar a su abuelo.
Mclain no se atreve a contarles que el también conoce su
secreto y espera pacientemente, esperando que aquella fantástica ayuda pudiera
ser verdad y que la historia que tantas veces le había contado su amigo Elliot
aprovechando los descansos entre juegos de bingo, pudieran darle a él también
la esperanza de una posible salvación, pero el tiempo sigue pasando sin obtener
ninguna respuesta y el pobre Elliot ve como poco a poco la vida se le va
escapando entre sus manos. Los médicos ya no le dan muchas esperanzas a los
padres de Angeline y al poco tiempo su abuelo es trasladado a otra sala más
grande, la sala de cuidados intensivos y las tardes de visita se reducen tan
solo a unos pocos momentos al lado él, escuchando aquellas historias que el
abuelo con voz cada vez más apagada insiste en repetirle una y otra vez.
Ella en alguna ocasión ha podido volver al bosque y
comprobar que el aparato sigue allí, emitiendo aquella muda y misteriosa señal,
pero una tarde al volver al asilo para visitarlo, solo sus padres pudieron
entrar en la habitación para verlo, y Angeline dejando caer una solitaria
lagrima deseo profundamente que aquella llamada llegara por fin a casa, ni en
esos malos momentos se resistía a perder la más pequeña de las esperanzas.
Millones de estrellas más allá del límite de la imaginación,
en un pequeño rincón de una lejana galaxia, fondo de una de las enormes
espirales de polvo estelar que giran a su alrededor, hay un hermoso planeta
azul rodeado de un par de pequeñas lunas de color verde, en una de ellas al
fondo de un tranquilo valle lleno de enormes árboles y rodeados de innumerables
ríos de aguas cristalinas duerme una gran ciudad de amplias recintos abovedados
y largos edificios metálicos, que como enormes agujas apuntan en la oscuridad
de la noche hacia la vasta soledad del espacio. Allí en una de aquellas casas,
un sonido perturba la quietud de la noche. Del otro lado de la puerta el sonido
de la alarma de un extraño y sofisticado sistema de comunicación, un teléfono
que indica que alguien está haciendo una llamada, una llamada distante y muy
especial. Al fondo del pasillo se enciende una luz, alguien acaba de despertar.
Se oyen el ruido de pequeños pasos acercándose al comunicador. El ser todavía medio
dormido, con unos enormes ojos azules, cuyos parpados surcados de algunas arrugas
indican también el inexorable paso del tiempo, contempla cómo se enciende y
apaga una luz en el fondo del tablero indicando que se ha recibido una llamada
de larga distancia. Un largo y delgado dedo aprietan un botón y acto seguido,
se escucha una lejana señal olvidada ya en el tiempo y en el efímero territorio
donde conviven retazos de sueños y recuerdos olvidados en una estrecha comunión.
Una señal que se repite una y otra vez. Una antigua llamada de auxilio
interestelar:
“...E.t phone home, ...E.t phone home, ...E.t phone home…”
De golpe, un maduro Eershyll recupera la lucidez pues ya sabe
quién le está llamando, es Elliott su viejo amigo. No le hace falta escuchar
más y cuelga la llamada, se dirige rápidamente y mientras va recogiendo algunas
cosas por el camino, hacia el pequeño hangar situado lado de su casa, un viejo
amigo lo necesita, no tiene tiempo que perder.
Él, E.T, ya sabe lo que tiene que hacer.
Pedro A. Martos G.
Idea y borrador original 1997, rescrito 2019 y levemente corregido
2019.
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Bueno amigos, como siempre espero les guste y mis mejores deseos para todos en estas Navidades, pasarlo bien.
Un abrazo y hasta una próxima oportunidad
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